La Navidad contada desde la raíz

José Ignacio García y Pablo Andrés Escapa cuentan la Navidad, cada uno a su manera, en sendos libros ya comentados en las páginas de este periódico y que pueden ser dos excelentes regalos para incluir en la carta a los RRMM

L.N.C.
31/12/2022
 Actualizado a 31/12/2022
Pablo Andrés Escapa. | ISABEL WAGEMANN
Pablo Andrés Escapa. | ISABEL WAGEMANN
‘La memoria de los crisantemos’
José Ignacio García
Castilla Ediciones
Relatos
268 páginas
16 euros

‘Herencias de invierno’
Pablo Andrés Escapa
Editorial Páginas de Espuma
Relatos
200 páginas
22 euros


Con características muy dispares, hay dos escritores con raíces leonesas que en las primeras décadas del siglo XXI se han convertido en máximos exponentes de la narrativa breve que se escribe en España con la Navidad de fondo.

Por un lado, Pablo Andrés Escapa, leonés de nacimiento y asentado como bibliotecario en la capital, se ha consagrado como el referente fundamental entre los autores que eligen las fiestas navideñas como armazón de sus historias, como un emblemático Dickens contemporáneo. Por otro, José Ignacio García, vasco de nacimiento, vallisoletano de asentamiento y leonés de sentimiento, al menos en lo literario, ha regalado al mundo el proyecto cultural ‘Contamos la Navidad’ durante catorce ediciones consecutivas.

Ahora, a la par, acaban de publicar sendos libros recopilatorios con la Navidad como argumento, o como excusa. Libros que recogen lo más granado de la producción literaria breve que cada uno de ellos ha ido acumulando a lo largo de los últimos años con los villancicos, los mazapanes o los polvorones como telón y sintonía.

Obviamente, se pueden encontrar innegables paralelismos entre ambos libros. Más allá de las portadas atractivas –lujosa la de Escapa, conceptual la de García– o de que abunden el frío o la nieve, el hielo o las estrellas, los magos o los bueyes o las castañeras o los niños que esperan a los magos de Oriente mirando por un cristal, se aprecia ese componente de imaginación y de recuerdo, de vida y de humanidad, que caracteriza a los dos escritores. Pero son mucho más marcadas las particularidades que los distinguen entre sí.

En el caso de los diez cuentos del autor lacianiego es evidente la propia identidad del cuento como tal, la capacidad para crear atmósferas que tienen mucho que ver con la fábula. Escapa pone de manifiesto la delicadeza de su prosa lírica y erudita, sus metáforas reveladoras, sus descripciones que tanto tienen que ver con la geografía y la naturaleza, con la oscuridad y la luz. Se diría que, en su caso, hay un afán de pureza estética que prima sobre todo lo demás; que conmueve cada vez que crea una figura literaria con la ternura de las castañas asadas o la delicadeza de las placas de hielo nocturnas sobre las que se reflejan la luna o las estrellas.

Por su parte, García –crítico literario, además, de La Nueva Crónica de León– se revela con estos veinticinco relatos, que celebran sus bodas de plata narrativas, contra los que anteponen su condición de antólogo, reseñista o promotor cultural, a su vocación de narrador de reconocido prestigio. Y para ello nos regala una amalgama de relatos añejos y nuevos (aquí no aparecen los ingredientes típicos de las fábulas o de los cuentos mágicos) de una gran musculatura argumental, con planteamientos sugerentes y desenlaces inesperados o abiertos, como él mismo apunta en el relato que clausura y titula el libro; al tiempo que cuida el lenguaje con esa precisión propia, no exenta de cierto tono poético o humorístico en numerosas ocasiones, y con diálogos que aportan intensidad a las tramas de apariencia más novelesca.Hay niños que esperan impacientes a los reyes magos en ambos libros, y Jesusitos que eligen portales de Belén muy peculiares para nacer, y ladrones de muy diferente signo, y bueyes que ejercen el poder de su magia milagrosa, y nevadas inoportunas y copiosas, y castañeras en sus casetas. Y hay muchos más personajes en ambos volúmenes que ponen de manifiesto la endeblez del ser humano, sus anhelos y sus temores, sus fantasmas y sus carencias.Herencias del invierno’ rezuma Navidad por cada poro, sus historias, de títulos breves, la mayoría de un solo vocablo, conducen a escenarios prodigiosos inundados de mares y océanos, rutilantes de estrellas y de nieves y de hielos. En muchos casos, Pablo Andrés Escapa recurre a lo onírico, mezcla realidad y ficción, deseos y sueños, presente y memoria, y acaricia a sus personajes hasta hacerlos absolutamente entrañables, como el buey de ‘Surcos’ o el chico castigado de cara al cristal de ‘Semillas’ o el señor Paulino de ‘Fuelle’ o el basurero ladrón de peras al vino de ‘Estrella errante’ o los hermanos de ‘Noche del cometa’ que reciben jubilosos sus regalos de reyes o los otros de ‘Nudos’ que emplean castañas asadas como talismanes mágicos.

La memoria de los crisantemos’ no es, exclusivamente, un libro navideño, por mucho que su subtítulo así lo anuncie. García es un especialista en el arte de sumergirse en lo más íntimo y visceral de sus personajes, casi siempre de perfil bajo, y muchas de sus historias podrían suceder en cualquier otra época del año, sin perder en absoluto la potencia de su trepidante tono narrativo. No obstante, hay relatos como ‘El secreto de su nombre’, ‘El mercader de Bethlehem’ o ‘El milagro del buey mago’ que contienen auténticas postales navideñas, con descripciones fastuosas de belenes, abetos o cuadras convertidas en paritorios.

Quizás, si sirviera el símil, podríamos decir que Escapa es pacharán o licor de cerezas y García orujo matutino; en el caso del primero por su sutileza, por su dulzura, y en el caso del segundo por su acento más dramático en general y nada complaciente en muchas de sus historias. Los cuentos fabulosos de Escapa podrían contarse al pie de una cama infantil, como arrullo previo al sueño, mientras que los relatos de García animarían filandones en noches crudas de invierno y, quizás, provocarían pesadillas.

En cualquier caso, cada uno a su manera, y fieles a sus acreditados estilos, Pablo Andrés Escapa y José Ignacio García han alumbrado dos libros excelentes, distintos y complementarios a la vez; que, como confituras propias de estas fechas, harán las delicias de sus lectores. Dos obras de gran valor literario, nacidas en esta tierra donde la narrativa breve en general, y la navideña en concreto, pueden presumir de su denominación de origen propio.
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