09/08/2021
 Actualizado a 09/08/2021
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El viernes 30 de julio, en el Museo de la Minería de Sabero, Avelino Fierro nos presentó, en presencia de sus autores, nuestro Julio Llamazares y el acuarelista alemán Konrad, la ‘Primavera extremeña’. Se trata de una obra surgida de la pandemia del coronavirus. Recluida la familia en un lugar apartado de la sierra extremeña, huyendo de Madrid, pasan los tres primeros meses del confinamiento y son testigos del nacimiento de la primavera rural, como espectadores en primera fila. Eclosión de ruidos, balidos, luces ecos nieblas, olores, sueños. Como escuchar el estreno de la sagrada obra musical en primera fila. Y, ante un pleno auditorio, ante su hijo, su esposa y sus hermanos, nos manifestó su convencimiento de que: «La naturaleza puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ella».

Para el cronista, se trata, como le ha sucedido en sus libros sobre el pantano, la minería del carbón, y hasta su propia infancia, de debatirse entre la nostalgia y la melancolía, optando él por la segunda como es su estilo. Y para no invadir un tema del que nuestro común amigo Luis Mateo es el especialista, recurriremos a lo más a mano que tenemos, que es el reciente libro de Eolas. ‘Invenciones y recuerdos’, en el que el cuento titulado precisamente ‘Melancolía’ nos da una lección magistral de altísima literatura. Se trata de un muchacho que acude a pasar una temporada a casa de unos primos lejanos con los que pasó una infancia feliz; y estos pobres van muriendo los tres de una enfermedad desconocida, pero, seguro contagiada por el primo.

«Siempre me he confesado melancólico para defenderme del riesgo de ser diagnosticado como nostálgico», escribe Luis Mateo. Y añade: «No me gusta la nostalgia, esa otra variante de la tristeza que se alimenta de la añoranza». Y nos dice, concluyente: «Siempre admiré a quienes saben administrar sus recuerdos». Cuando al muchacho le preguntaron ¿qué había hecho?, respondió: «Nada que no fuera quererlos…y acordarme de cuando fuimos niños y jugábamos al escondite».

Otro de los nuestros que también nos ha contado su melancolía es Antonio Colinas. Lo hizo en 2009 en sus ‘Tres tratados de armonía’ en los que nos describe sus vivencias en la soledad de su casa del pueblo. Una de las citas que lo prologan es de C.G. Jung, y dice: «La mente y la naturaleza constituyen una realidad indivisible. Nada oculto puede deducirse por raciocinio». Y habla de los montes violeta de Machado y otras maravillas, situándose, también, en el escenario reservado a la melancolía.

Ya lo dijo Homero: «Como las generaciones de las hojas, así también las de los hombres».
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