La montaña de la ribera

La lucha leonesa siempre ha sido una de las señas de identidad de la Sobarriba, una comarca con grandes campeones y una identidad única

Antonio Barreñada
28/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Selección de lucha leonesa que acudió a Canarias en 1943, con tres sobarribanos en sus filas, Tino el de Paradilla y dos de los molineros, Emiliano y Elías.
Selección de lucha leonesa que acudió a Canarias en 1943, con tres sobarribanos en sus filas, Tino el de Paradilla y dos de los molineros, Emiliano y Elías.
Quiere recordar José Antonio Robles Tascón, ‘el Elegante de Campohermoso’, que quien le dio a él esa definición emblemática de la que tanto y tantos nos venimos aprovechando fue alguno de los hermanos molineros de Carbajosa, en entrevista que aportó preciosos materiales para su tesis doctoral del año 2000 ('La lucha leonesa o aluches, origen y desarrollo de un viejo deporte'…) y para la 'Historia de la Lucha Leonesa', labrada al alimón con Fulgencio Fernández en 2002, que ya va siendo hora de reeditar.

A los Molineros en particular, y a los de La Sobarriba en general, les gustaba subir a luchar a ‘la Montaña’, que para ellos comenzaba en La Vecilla, o más abajo… Cuando Félix el pastor se iba a hacer de Villaseca, aquí junto a Valdefresno, le preguntaron al ‘Cano’ de San Justo de los Oteros: "¿Y dónde se te casa el hijo? ¡Allá en la Montaña!"– respondió el abuelo Manuel.

"No somos de la Ribera. Somos de la Sobarriba". Recuerda Gelo, el de Villacil, que, hasta con cabreo si se le insistía, defendió siempre su padre Marceliano, mientras Clemente (padre) aporta el dato de que en más de trescientos años de inscripciones en los libros eclesiásticos de la zona es muy difícil encontrar un matrimonio entre gente de aquí y de la de allí abajo, a pesar de que teníamos las viñas al lado. "Y si hay memoria de corros de los de antes, peleados, liados hasta a tiros, los de Golpejar o Villavente, cuando venían…". Podrían unirse aquí tantos recuerdos de gente luchadora excepcional, como Pablo Fernández, el de Tendal, o del ya tristemente desaparecido Jesús Martínez Salas, de Villacil, al que sus padres no querían dejar luchar, que tenía que ser veterinario, el que un año en Represa tiró dieciséis tíos… y los demás lo dejaron. Suya era la recomendación para enfrentarse a los de ‘la Ribera’: "vosotros al primero sacudirle bien, que veréis cómo se calza la mitad".

Corros de los de antes, de esencia, de La Sobarriba, de la que Olegario Rodríguez Cascos y Camino Gallego llamaron en '¿Hay quién luche?' ejemplo de ambiente. Sanfelismo, la Virgen del Rosario, octubre de 1933: "Comenzó la fiesta profana tocando la dulzaina y tamboril, que se dirigió al lugar destinado para la lucha…", iniciaba el relato periodístico de la celebración. En escasas cincuenta líneas se condensa información que bien podría servir como ejemplo, esencia, de un profundo y extenso estudio (aún debido) sobre los que los Aluches han significado, y por qué, en la comarca. Sirvan unos detalles: "Se formaron dos bandos de luchadores, el uno compuesto por los de Paradilla y el otro por el resto de los pueblos. No habían de faltar para presenciar este interesante encuentro el Sr. Guisasola, secretario de la Comisión de Lucha y su presidente Sr. Llamazares". "Sale Constantino López, de Paradilla que por aquí goza de justa fama, pues fue finalista de los pesos ligeros en el campeonato provincial". "Vence Dionisio López, de Paradilla". "Finalizó sin ningún incidente y caso de que hubiera algún atisbo, ya los hubiera cortado el incansable y entusiasta organizador delegado de la junta central en la Sobarriba don Ramón, de Sanfelismo…".

Don Ramón, que no sólo era el que a chaquetazos hacía corro, estaba en aquella foto que mostraba Gaudencio López, con justo orgullo, junto a la su copina, cuando tuvimos oportunidad de compartir recuerdos de más de cien años en Lucha. Apenas una semana después del referido corro de Sanfelismo del año 33, en la ciudad cabeza del Viejo Reino y vecina de la Sobarriba, los de ‘La Cadrilada’ (peña ‘fufbolística’) desafiaban a varios mozos del pueblo de Paradilla para luchar el domingo en el campo de San Mamés (el nuestro), donde Miguel López el de Santibáñez y Liborio, de los Llorente, se retaban por la megafonía (o lo que en la época hubiera) y se paraban los partidos. El combate final, con aquella copa regalo del Deportivo Leonés, se lo ganaría Gaudencio, de Paradilla, a su primo Constantino.

‘Tino el de Paradilla’, ‘El Cojo’, ‘El Mutilado’, es una de las figuras que alcanzó merecido rango de leyenda, citándose de él su afán de lucha, el que le movía a buscarla hasta dejando la cama del hospital. No tan conocido, ‘Boni’ Núñez, del Tío Cruz, de Paradilla pero de Tendal, llegó en taxi a una boda de los años 50; no pudo hacerlo en bici porque estaba recién operado de hernia. Hubo corro, y no se aguantó... Tino fue recordado en su tierra el año pasado, en el que hubiera sido su centenario. La ocasión permitió rescatar de las hemerotecas muchos otros nombres, hazañas, crónicas e "historias del viejo tiempo", como las que relatara de la su Lucha Canaria don Emilio Rivero, amante de la Leonesa. Reproducir ahora la lista de luchadores de ‘la Tierra’ que se conocen desde la etapa ‘pre-institucional’, anterior a la Guerra ("algo de lo más interesante", sostiene ‘El Elegante’) sería abusar de nuestro espacio y su paciencia. Téngase en cuanta tan sólo que en la obra de Rodríguez Cascos y Camino, donde constan 588 nombres, 54 son de La Sobarriba (sea un diez por ciento del total), que en la Robles Tascón y ‘Ful’ se añaden 28 más, algunos posteriores a la edición del ‘¿Hay quién Luche?’ de 1985, pero otros muy anteriores, y que aún podemos sumar no menos de oros veinte, únicamente de los que en las páginas constan. Cierto es que, para este territorio como para otros, la cuestión no es ¿quién luchaba?, sino ¿y quién no? Pero no deja de asombrar cuántos de los sobarribanos eran noticia…

Como lo eran las ‘Escuadras de la Sobarriba’ o ‘Armada de Paradilla’ en tantas ocasiones, con hasta una veintena de luchadores recorriendo los corros, siendo nombrados y temidos, aceptando desafíos y haciéndolos ‘Paradilla o La Sobarriba contra todos’… y, sin embargo, en la fiesta del propio pueblo del mismo año 1933, no se quisieron agarrar al cinto más que dos parejas, lo que motivó que Guisasola marchara de allí con más que justificado enfado. Como noticia fue la que acertadamente se llamó "primera Selección" de la Lucha Leonesa, la que en 1943, en el Campo España de Las Palmas, reforzara a los de Tenerife ante los de Gran Canaria. Cuatro fueron los leoneses, tres sobarribanos: con Julio Bayón ‘El Zazo’ de Barrio, Emiliano y Elías Álvarez, ‘Los Molineros’ de Carbajosa y Tino López, ‘El Cojo’ de Paradilla. La prensa isleña recogió la destacada lucha del “Campeón de León”, Emiliano Álvarez, enfrentado al mítico ‘Faro de Maspalomas’.

La Prensa es culpable. Buena parte de responsabilidad en mucho más que la redacción de las noticias, en la propia Lucha, la tuvo en aquellos viejos tiempos Carmelo Hernández Moros, “Lamparilla”, profeso adepto (recuerdo aquella carta suya, encontrada entre sus papeles de la casa de Pinilla, donde se dirigía a las autoridades civiles, militares y hasta religiosas para demandar algo de meridiana certeza: "La Sobarriba es comarca pobre, seca, por dejadez de los gobernantes. Es tierra sobre y entre ríos. ¡Hagan ustedes pozos, que agua hay!"). Claro que enfrente estaba Don Filemón de La Cuesta, director del Diario, montañés y poco amigo de los de los altos secanos. De alguna manera se daba en la época de conformación de nuestra Lucha, tal como nos fue legada, la manifiesta querencia hacia cada ‘bando’, pero, sin que sirviera de precedente, se aunaron esfuerzos.

La recuperación, revalorización y fomento de cultura tradicional en la sociedad urbana de León ocupó a gentes como las que integraron la primera “Comisión Provincial de Lucha, y la segunda, en la que estaría un paisano de Villaseca: Benigno Gutiérrez. Con todo, y para todos, sin discusión, el papel de Enrique Rodríguez Guisasola, ‘el médico de La Sobarriba’, es fundamental. En su Adler, en el que eran llevados a los corros más distantes los mozos de ‘La Soba’, cargaba a sus propios hijos para que lucharan en los sus pueblos, porque "la Lucha es la mejor enseñanza", decía Guisasola. Claro que, a veces, había que bajar a buscar a Don Enrique a Villaobispo con el caballo de padre (cuenta Agustín ‘El moreno’ de Villacil), "porque se salía el río o no estaban las carreteras pa’ más". Se salió el agua o faltaba camino y, tras la ‘edad de oro’ para los de ‘sobre los ríos’ (Campeonatos Provinciales de los 40-50 ganados por Tino, Emiliano, por sus hermanos Elías y Cástor y por Jesús Rueda (también de Carbajosa)… habría una larga etapa de sequía, o acaso es que no se atendieron los pozos, o que no nos hemos fijado en otro correr del caudal de la luche.
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