La mirada de la luz

El escritor y coordinador del proyecto cultural 'Contamos la Navidad', José Ignacio García, inaugura la nueva sección de crítica literaria con la novela de Rubén G. Robles 'La lente íntima'

José Ignacio García
03/10/2020
 Actualizado a 03/10/2020
El escritor leonés Rubén G. Robles, autor de la novela ‘La lente íntima’ editada por Eolas. | DANIEL MARTÍN
El escritor leonés Rubén G. Robles, autor de la novela ‘La lente íntima’ editada por Eolas. | DANIEL MARTÍN
 ‘La lente íntima’
Rubén G. Robles  Eolas ediciones
Colección Caldera del Dagda. Novela
360 páginas   20 euros


Tras la publicación de ‘Operación fuego mágico’ (Caligrama, 2016) y de ‘La sombra que amó Bram’ (Eolas, 2018), el historiador y militar leonés Rubén G. Robles vuelve otra vez al escaparate literario de la mano del sello comandado por Héctor Escobar, para consolidarse definitivamente como uno de los más firmes baluartes de la nueva narrativa leonesa; esta vez con una novela centrada en la figura controvertida y transgresora del pintor neerlandés Johannes Vermeer.

Merced a una escritura minuciosa, ribeteada de pespuntes elegantes, Robles logra atrapar al lector, que enseguida se sentirá como hipnotizado por una trama donde se entremezclan el amor a la pintura y las obligaciones familiares, los enfrentamientos políticos y religiosos, las ambiciones mundanas o los avances científicos, a pesar de la oposición eclesiástica.

Enclavada en el siglo diecisiete, en la conservadora y estratégica ciudad de Delft –a la que Vermeer retorna, tras consumir su adolescencia en la populosa Ámsterdam, que era algo así como el paraíso del placer para el joven aspirante a pintor–, ‘La lente íntima’ es mucho más que una biografía salpicada con algunas pinceladas literarias. ‘La lente íntima’› es un luminoso exponente de ficción narrativa, donde se suceden los conflictos, los enfrentamientos y las argucias mezquinas de ciertos individuos, que logran mantener vivo un clima constante de tensión dramática y de necesidad por parte del lector de seguir desgranando la historia.

Como no podía ser de otra manera, el autor retrata con nitidez pictórica el perfil y la psicología de los actores, desde el Vermeer inquieto y deseoso de conocer nuevas experiencias creativas a través de la óptica y de la luz, hasta su suegra, la taimada María Thins, el personaje más fascinante de la novela por su riqueza de matices, por sus habilidades femeninas de supervivencia en un mundo dominado por hombres de otra religión y consumida por una compleja duda existencial que la hace debatirse entre el amor a los suyos o a sus encubiertas obligaciones con la iglesia católica, encarnada por un jesuita clandestino que, más que un santo varón parece un personaje demoníaco, al que sirven dos hampones con un cierto rol estelar a lo largo de una obra en la que Catharina, la entregada esposa del pintor continuamente embarazada –hasta once hijos alumbró antes de la prematura muerte del artista–, su hija primogénita, en la que se inspiró para pintar su cuadro más conocido, ‘La joven de la perla’, y una serie de personajes secundarios embutidos en la piel de pintores, científicos o mecenas, interpretan un armonioso canto coral.

La sutileza de los saltos temporales, la contundencia de los diálogos, el agudizado poder de sentidos como la vista o el tacto o el olfato, la húmeda y neblinosa ambientación espacial o la capacidad envolvente de las descripciones desaguan en un desenlace al que Robles otorga una misericorde pátina de piedad para un genio que murió endeudado y enloquecido por la mirada indescifrable de la luz.
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