La Minero, Endesa y Ponfeblino (I)

Todo empeño humano, a fin de plasmarse a medio-largo plazo, exige una serie de condicionantes

Marcelino B. Taboada
18/03/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Un grupo de trabajadores en los mejores años de la Minero.
Un grupo de trabajadores en los mejores años de la Minero.
En el caso que atañe a la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), se distinguieron acumulativamente toda una cohorte de referentes singulares: entre otros muchos, el grupo de acaudalados emprendedores madrileños y vascos (encabezados por el Conde de los Gaitanes y el Marqués de Aldama, que fundaron la sociedad mercantil carbonera el 31 de octubre de 2.018), el precedente más señero (Julio Lazúrtegui, el bienintencionado soñador que pergeñó lo que en su mente constituía la ‘nueva Vizcaya’, a finales del siglo XIX), al cual se adquirieron las concesiones y autorizaciones que atesoraba en su poder, el ingeniero cántabro José Revilla Haya (que en 1906 adelantaría su idea y convicción relativa a la viabilidad de la fundación de un macroconglomerado ‒aprovechando los potentes y ricos filones hallados en la comarca de Laciana‒ y que, conjuntamente con otros descubridores de yacimientos rentables en los principios de la pasada centuria, participaría asimismo en la puesta en marcha administrativa de la Compañía siderúrgica como jefe del Distrito de Minas provincial), el también experto ingeniero (que desempeñaría el cargo de vicepresidente) y consolidado gestor Marcelo Jorissen ‘El Belga’, los representantes de familias de banqueros reputados (Ussía, Villalonga y Botín, respectivamente del Central y Santander) y, ante todo, las más importantes figuras (en ámbitos tan dispares como el político y patronal) que precisamente se constituyeron en punto de partida y conclusión (a título particular) de la sociedad extractora minera: D. Francesc Cambó y D. Victorino Alonso, apodado popularmente ‘Vitorino’.

El primero de ambos tuvo un papel fundamental en la génesis de la que se convertiría después en la gran promotora de la industrialización del Bierzo y Laciana (y otras áreas limítrofes, por su expansión o atracción de mano de obra), defendiendo en las Cortes la conveniencia de apoyar la iniciativa surgida, además de la implementación indispensable de una infraestructura ferroviaria ‘de vía estrecha’ (hecho plasmado, conforme a las previsiones, que significaría la solución mejor al aislamiento de nuestro territorio) que supervisó ‘a lomos de caballo’; el segundo, una versión original de organizador, coincidió más tarde con una etapa de graves conflictos laboralese inquietud socioeconómica en las cuencas.

Por otra parte, su heterodoxa manera de entender el mundo de los negocios, su carácter autocrático, su poca escrupulosidad en el terreno correspondiente al respeto por los diversos procedimientos reglados y el medio ambiente y la cultura (devastación del paisaje protegido a través de la ejecución de labores en los cielos abiertos y en enclaves sensibles o con especial catalogación, e incluso destrucción de vestigios y elementos patrimoniales y antropológicos de realce) ‒amén de la compleja crisis energética (a causa de la nítida imposición de los recursos petrolíferos respecto a los hulleros) y posterior reconversión limitada‒ le condujeron hacia una situación insostenible, cuyos ecos aún resuenan esporádicamente en los medios de comunicación. Este señor del espectro hullero sumiría, a guisa de colofón, a la MSP en un trust o sistema integrado y específico en el relativamente reciente 2008, con el objetivo de ganar dimensión e influencia: Coto Minero del Cantábrico, en fusión con Hullas del Coto Cortés (implantada en el concejo de Degaña). La inacción gubernamental, magnificada por las demandas de los trabajadores y la crisis endémica en las poblaciones en recesión, originaron un clima que desembocaría en las célebres e históricas ‘Marchas mineras’ con destino a la capital de España.

En otro orden de cuestiones, tal vez nada será más ilustrativo de la singladura de la Minero que las cantidades de carbón aportadas (según los datos y registros contrastados), de la relación con la actividad ligada a la metalurgia del hierro y, preferiblemente, la repercusión de este sector en otro íntimamente asociado: el energético. Más allá del intento de diversificar las actividades empresariales hacia la fabricación de productos compatibles (como briquetas), distribución del combustible fósil y de electricidad, la llegada de Endesa al Bierzo (visible en el año 1.946) se erigiría en elemento decisivo en lo que concierne a los volúmenes de movimiento y arrastre de sectores subsidiarios (transporte, entre otros).

En el año 1960 se sobrepasó una cifra notable (un millón de toneladas de carbón, resaltando en otra faceta las 600.000 toneladas de hierro del Coto Wagner). Otra incidencia a resaltar, en la misma década, fue la novedosa absorción por la precedente MSP de la Minera Felgueroso SA (propietaria de la Mina La Camocha, próxima a la costa y el puerto de Musel, perteneciente al municipio de Gijón).

Conforme a las cifras recopiladas en la página web del Ayuntamiento lacianiego (y los datos aportados en los documentos mercantiles de la Compañía, a cuyo tratamiento se consagra este epígrafe), de tipo secuencial, cabe patentizar estas cantidades de carbón comercializadas: 1920 (200.000 t), 1929 (390.000 t), 1942 (650.000 t), 1977 (950.000 t) y 1982 (2.100.000 t, acumulando, en idéntico cómputo, lo extraído en la antedicha e incorporada ya Mina La Camocha asturiana).

Así, en el año 2003 aún generaba un 32% del carbón nacional (esencialmente, en las variedades de hulla y antracita, aunque con una no despreciable cuota de lignito).

En relación al contingente de trabajadores en el seno de la Compañía, valga ‒en función de exponente ilustrativo‒ señalar la tendencia generada y la evolución progresiva verificada: al remate de la Guerra Civil eran 1.300 los mineros inscritos en los informes y memorias circunscritas al amplio período ulterior de carencias (y en 1.960, 4.000). Se refiere en los anales más sobresalientes, por otro lado, un máximo de 6.000 empleados directos (componiendo el total de la extensa plantilla).

Alrededor de 1973 se desencadenó un proceso de adelgazamiento y renegociación de deudas, que menguó paulatinamente en un 60% el global de efectivos activos. Esta realidad de retrotraimiento e insostenibilidad de las zonas mineras (típica de la existencia de un monocultivo evidente) aconsejó la aprobación de unos contratos-programa, Planes del Carbón sucesivos y otras medidas que no lograron sus metas. Lógicamente, este fracaso derivó en el cierre de los centros de producción con pérdidas y una insignificante (en comparación con los momentos álgidos) contribución de nuestro mineral autóctono al mix energético. Se conoce este montante residual pretendido bajo el concepto y denominación de “reserva estratégica”.

La Térmica de la Minero


El precedente o evidencia intencional de lo que sucedería se plasmaría en la adquisición ‒gracias a una oportuna compra (por parte de la MSP)‒ de 270 ha. de terreno, con fines industriales, al oeste del antiguo Barrio de La Puebla. Allí se levantaría un complejo en forma de T, compuesto de tres edificios: el más esencial (del que destaca todavía su conservada chimenea, tras acogerse o incluirse entre las infraestructuras del Museo Nacional de la Energía) y otros dos, que resaltaban por la peculiaridad de su fachada (de ladrillo rojo visto) y que desempeñan en nuestros días un nuevo papel ‒de complemento‒ en el seno de la denominada Ene.térmica.La Minero se dedicaría asimismo a buscar métodos, prácticamente a partir de sus albores, a los efectos de autobastecerse con el imprescindible suministro propio de energía, lo que no era difícil de alcanzar.

Debido a este interés, en 1919 se construiría la Central Térmica correspondiente en Ponferrada que, en 1930, se ampliaría y comenzaría a proporcionar sus servicios a consumidores domésticos e industriales (como a la planta de Cementos Cosmos, en Toral de los Vados). A causa de las necesidades de posguerra y a las genuinas del proceso desarrollista, se volvería a incrementar su capacidad (mediante una modernización, superior a una duplicación productiva) en 1.945. En este estado permaneció hasta el año 1971 ‒justo un año antes de la puesta en funcionamiento de Compostilla II, en Cubillos del Sil‒, resultando entonces abandonada un poco por obsolescencia y en otra parcela, la esencial o mercantil, por la competencia planteada por el oligopolio eléctrico en ciernes.

Algunos detalles de la que fue la central térmica de la MSP en Ponferrada (cuyos sobrantes beneficiaban a su correspondiente de Villablino) son sumamente ilustrativos: su tamaño reducido, su principal y primigenia función (consumo interno) y la creación de un canal de refrigeración de 150 m., paralelo al río Sil. Su progresión creciente (en cuanto a potencia) demuestra su vocación intermedia, a título de comercializadora-distribuidora (desde el año 1929, aumentando en abril de 1930 hasta alcanzar los 2.800 kw de producción y seguidamente los 6.000 kw). Dos décadas más tarde aún lograría remodelarse y transformarse provechosamente, con 13.000 kw en su particular haber. Adicionalmente, su irrupción o participación en el negocio hidroeléctrico apunta a su objeto de efectuar una incursión ventajosa en el mercado eléctrico, aunque ello fuera ‒en principio‒ únicamente a nivel local o provincial (Saltos del Sil, E.L.S.A.,…).
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