La memoria inmortal de la tragedia sobre las vías de Torre

El accidente del túnel número 20 , en el que fallecieron centenares de personas, cumple 75 años con el homenaje a los muertos y a quienes se remangaron para ayudar

Mar Iglesias
03/01/2019
 Actualizado a 11/09/2019
Bañuelos y Folgado tras destapar el monumento que inmortaliza el accidente. | M.I.
Bañuelos y Folgado tras destapar el monumento que inmortaliza el accidente. | M.I.
Unas manos depositando unas flores forman parte de la escultura con la que Tomás Bañuelos ha querido inmortalizar el sentimiento de Torre en el recuerdo de la que durante años fue considerada la mayor tragedia ferroviaria de España e incluso de Europa. Cada 3 de enero desde aquel fatídico de 1944, cuando el convoy 421 chocaba, al pasar por el túnel número 20, en este municipio, con un transporte de carbón y se produjo la tragedia.

Sobre las vías cientos de heridos, cuyo número abrió un canal de especulaciones. Se llegaron a contabilizar cerca de mil fallecidos, aunque el régimen franquista tapó las cifras dejándolos en algo más de 80, ya que más del 60% eran militares y no quería destapar el velo de aquella catástrofe ni de sus circunstancias.

La tragedia, que ahora cumple 75 años y que Torre ha querido recordar con ese monumento colocado a las puertas del Consistorio, sigue viva en el municipio “queremos recordar a las víctimas pero también a la gente que ayudó a los muchos heridos que hubo. La gente sacó mantas, alimentos…para ayudar”, dice el regidor, Gabriel Folgado, que lanzó un recuerdo, empleando un minuto de silencio, a todos ellos.

Aquel capítulo sigue en la memoria colectiva y en las lágrimas de los mayores que lo recuerdan, tanto el humo negro que salía del túnel del que habla uno de los testigos “el americano”, le apodan, José Rodríguez, que era un niño cuando vio pasar a los heridos por encima de sus cabezas, uno de ellos un bebé, y también como se intentaba arrancar las cosas de valor de los fallecidos, como los dientes de oro.

De las garras de la muerte se libró Julio Fernández, el maquinista, cuyo hijo Luis Fernández recuerda que su padre hablaba poco de la tragedia. Julio salió de ella ileso, porque el vagón en el que viajaba quedó fuera del túnel pero después vinieron las acusaciones “fueron tratados como delincuentes”, dice su hijo.

Un proceso judicial que intentó dirimir las responsabilidades de la tragedia y que finalmente absolvió a todos asumiendo que había sido un accidente por un mal estado de los frenos, fue la consecuencia ingrata de la relevancia de la tragedia. “Yo tenía 11 años y oía lo que decían los mayores”, aunque no demasiado. Sí consideraban que el mantenimiento de aquellas máquinas indispensables para el transporte en aquellos años, era muy dudosa “hubo una gran polémica y discusión con el jefe de maquinistas que estaba militarizado. Tenía pistola y no hacía falta que la sacara para que se hiciera lo que él decía y así fue”, dice, algo que justifica que su padre siguiera la trayectoria aunque los frenos estuvieran en mal estado.

Los maquinistas decían que no sucedían más tragedias casi de milagro. Su padre comentaba que el choque “fue leve” porque el tren no iba a demasiada velocidad, a unos 50 kilómetros, pero el incendio fue el causante de tantas muertes. Luis Fernández siguió “el virus del ferroviario”, dice, al igual que su hijo, con lo que se cubren tres generaciones que no olvidan “el hito histórico” que supuso aquel accidente.

El número de muertos ha sido la gran incógnita de la tragedia, algo que quiere desvelar el historiador Vicente Fernández en un libro que publicará próximamente con material inédito, pero que adelanta que las cifras no se acercan a las aportadas ni de un lado ni de otro “estaría en unos 200 o más cercano a los 100”, lo que no resta dramatismo al hecho, sobre todo porque marcó un momento histórico y la polémica sobre una responsabilidad que finalmente quedó diluida en un fallo técnico. Se llegó a hablar de un posible asalto, una hipótesis de la que Fernández escapa.

En el homenaje participó también el director de cine Ramón Fontecha, ganador de un Goya en 2003 por el documental sobre la tragedia, titulado ‘Túnel número 20’ y que se proyectó en el homenaje. Fontecha quiso homenajear a las personas que vivieron la catástrofe “y que no lo habían podido contar”. Él rompió el silencio y le impactó hacerlo, sobre todo “desde el punto de vista humano, ver a tanta gente que tenía presente esa tragedia durante tantos años”, más de 60 cuando se produjo la grabación “pero solo se quedaba en el ámbito familiar”. Que saliera a la gran pantalla fue reconocido también por el pueblo “todo el mundo nos ayudó y se volcó con nosotros”.

Folgado está en el mundo del cine y no descarta hacer otro trabajo cinematográfico sobre él cuando se despejen más datos que permitan una lectura a mayores.

Por otra parte, el colectivo leonesista Ciudadanos del Reino de León (CCRL) ha trasladado varias preguntas al Gobierno, solicitando la desclasificación de archivos sobre el accidente. También piden que se abra «una investigación minuciosa de los hechos» para conocer tanto el número exacto como las identidades de las víctimas.

Mientras, la inmortalidad de la tragedia llega de la mano del monumento de Bañuelos, en el que asegura que ha puesto «todo el corazón» como homenaje a parte de la historia berciana.
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