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La mansión hace aguas

27/01/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Hace quince años la Cultural recibió un regalo en nombre de la ciudad. Una casa de lujo, con numerosas estancias y todo tipo de comodidades. No le faltaba de nada al nuevo hogar. Moderno, amplio y acogedor; la envidia de todos los vecinos, que miraban al Bernesga boquiabiertos. Una obra que recibió bendiciones a medida que subía el precio, pero viendo el resultado se dio por buena la inversión. La mansión da cobijo a propios y extraños, desde conciertos a congregaciones religiosas y están por llegar los virgueros de los videojuegos. Todos son bienvenidos.

Pero el tiempo ha dejado una mancha al descubierto. En la inmensa pradera causan estragos las bajas temperaturas hasta formarse una capa de hielo que lo deja casi inútil. Millones de euros gastados y nadie reparó en que por el sur nunca entraba el sol. Lujo en los adornos, pobreza en los remates. Tanto se gastaron los dueños que ahora no queda ni para comprar bombillas. De poco sirve el afanoso trabajo de los operarios que no pueden luchar contra los elementos. Y lo peor es que parece no haber más solución que esperar a que amaine el temporal. Mientras tanto, del estadio siguen volando puntos. Su propio estadio se ha convertido en un enemigo añadido para la Cultural, un estorbo para su fútbol, para sus sueños. Una extensa franja convertida en una pista de patinaje deslució el partido en el Reino de León y van…La Cultural se muestra incapaz ante los rivales más modestos y de poco sirve mirar al colegiado de turno, preguntarse por qué un tipo solvente como Tejedor se auto expulsó o qué maldición acompaña a los cambios que Cabello realiza sobre la marcha. La realidad es que la Cultural se sentiría más cómoda en otro terreno de juego, en uno con menos lujo y menos hielo; allí donde se pueda jugar al fútbol. Para eso se construyó.
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