La maldición de la teja vieja

01/06/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Cada vez que tienes que hacer obra en el tejado y acudes a un viejo albañil, curtido enmil modas, te repite la misma cantinela:«Lo mejor, sin duda, es la teja vieja, es eterna, pero parece que ahora la gente no la quiere».

Y la teja vio como los tejados se llenaban de uralitas blancas, de chapas de colores, de placas opacas y transparentes, de trampas negras... Y ellas impasibles, escuchando aquello de «lo mejor es la teja vieja, pero...».

La maldición de la teja vieja.

Maldición que no solo afecta a los tejados. Las vidas están llenas de tejas viejas, lugares malditos, personas olvidadas, modas terribles...

No os lo creeréis pero esa uralita con amianto que podrían ser las voces e insultos de Belén Esteban y sus petardas y petardos sin fronteras convirtió en teja vieja la sana costumbre de sentarse al abrigo de la rinconada con la pretensión de hablar y contar, de reír y escuchar.

No lo creeréis pero esa moda de hablar de viajes exóticos a lugares de moda convierte en teja vieja acercarse a las Cuevas de Valporquero, el Valle del Silencio o escuchar a un sabio hablar sentado sobre la Puente del Pozo para quien le quiera escuchar.

Así serán las cosas y así están sucediendo pero no puedo creer que un feliz ascenso (a Segunda, no lo olvidemos) no puede convertir en teja vieja a otro club, que va a jugar la Champions, y mucho menos no encontrar un hueco en el festivo balcón municipal a quien ya es el máximo goleador de la historia de la Liga Asobal y un leonés militante.

Realmente sí me lo creo. Ya son muchos años escuchando a los sabios que «lo mejor es la teja vieja, pero parece que la gente no la quiere».
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