La maestra que inventó estudiar siendo periodista

Salvadora Valcarce implantó en 1934 en Cimanes del Tejar un novedoso método pedagógico, en vez de memorizar las niñas se documentaban y lo escribían en El Adelanto, así 35 años

Fulgencio Fernández
06/11/2022
 Actualizado a 06/11/2022
Redacción de El Adelanto se podría llamar la foto pues las niñas de la escuela de Cimanes eran las redactoras de este periódico manuscrito. | EL ADELANTO
Redacción de El Adelanto se podría llamar la foto pues las niñas de la escuela de Cimanes eran las redactoras de este periódico manuscrito. | EL ADELANTO
No es nada fácil que aparezca un libro realmente singular. Se publican cada día tantos que sorprender no resulta habitual pero ael volumen titulado‘El Adelanto’, que acaba de ver la luz en la editorial Lobo Sapiens, no se le puede negar el calificativo inicial de sorprendente. Después se podrían añadir otros muchos adjetivos pero el cuidado y gran volumen que acaba de ver la luz con ese título es una grata sorpresa.

En esencia es un volumen que recoge la historia de un periódico escolar hecho por las niñas de una escuela rural, la de Cimanes del Tejar. No fue flor de un día, fueron 35 años (de 1934 a 1968) de una publicación semanal (salía los sábados), los 35 años que allí ejerció como maestra Salvadora Valcarce, doña Salvadora, que eligió la edición de un periódico manuscrito como método pedagógico para aquellas niñas del medio rural a las que debió pensar que les resultaría más motivador aprender cosas de Cervantes para publicar un artículo sobre él y sus obras que aprender de memoria ‘un rollo’ contado con palabras muchas veces incomprensibles para ellas.

Aunque seguramente la que es realmente sorprendente es la propia maestra, el motor de la publicación y su ‘directora’ durante 35 años: Salvadora Valcarce, Doña Salvadora para todas sus alumnas y los vecinos de Cimanes, que guardan un grato recuerdo de aquella mujer nacida en Trascastro de Luna pero que no se movió del pueblo desde que tomó posesión de su escuela unitaria y tampoco se fue después de jubilarse. En Cimanes está enterrada, junto a su marido, maestro en el cercano pueblo de Azadón. 35 años al frente de una escuela que define en el prólogo del libro una de sus ex alumnas: «El aula no tenía ni servicios ni calefacción, pero sí tenía unas ventanas grandes por las que pasaba el frío y el calor sin problema: un brasero de carbón o de leña debajo de la mesa de la maestra y, pasado el tiempo, una estufa de leña en un rincón del aula con la chimenea vista. (...) En invierno las calles del pueblo estaban llenas de barro e íbamos a la escuela con madreñas o con chanclos. Al aula llegábamos con las manos heladas que calentábamos agolpándonos en torno a aquella estufa. No quiero ni imaginar la angustia y el temor que sentía doña Salvadora al vernos así. (...) Éramos muchas, ¿cuarenta? Posiblemente más».

Doña Salvadora


En aquella escuela de barro y madreñas creó aquella maestra un periódico. Maestra e hija de maestro, la cuarta de cinco hermanos, nacida en Trascastro de Luna en 1911 y con 19 años ya tenía el título de maestra y es destinada a Cabeza del Campo (Sobrado). Recuerda su hijo que les contaba que «para llegar al pueblo tenía que acompañarla un guía a caballo a través del monte. Tardaban horas desde Villafranca del Bierzo». Su siguiente destino ya fue Cimanes del Tejar, en 1934, donde ejerció 47 años, hasta su jubilación en 1981, que también fue nombrada Hija Predilecta del Pueblo. El libro ahora publicado por iniciativa municipal recoge losnombres de las 320 alumnas que pasaron por su escuela, la extensa plantilla de la redacción de El Adelanto, que arranca con María García Prieto y Leonor Palomo de Paz y se cierra con Silvia Muñoz Molina y Alicia Mª Usero.

Al margen de la realización del periódico El Adelanto tiene en su haber otros muchos aspectos que hablan de su compromiso social y cercanía con sus vecinos. Como no había durante muchos años médico y practicante residente en el pueblo era doña Salvadora quien ponía las inyecciones recetadas a los enfermos, realizaba curas y, con la llegada de los antibióticos era ella quien controlaba las horas de las tomas, por lo que no era nada extraño que se quedara a dormir en casa del enfermo.

Es curioso el compromiso social de algunos maestros y maestras con sus alumnos. De Faustina Álvarez, primera mujer inspectora de enseñanza en España, se ha destacado y con justicia la creación de figuras que se han llamado popularmente el mandilón y el comedor para pobres. Algo similar creo Salvadora en Cimanes y le llamó ‘el ropero escolar’, con la misma función del mandilón: «Propiciaba la donación de tela blanca para que las alumnas elaboraran la bata(bajo sus enseñanzas) para estar en clase». Así no estropeaban sus ropas ni se sabía, explicaba Faustina Álvarez, «quien era rico o pobre por su vestimenta». A mayores les enseñaba a coser, tejer, costura... como explicaba otra ex alumna, Josefa: «No te imaginas lo bien que se hacían aquí las labores». Y otra figura que instauró la maestra/directora de periódico fue la Pequeña Universidad, «que daba oportunidad a las alumnas mayores, que ya habían abandonado la escuela, a asistir a clase de forma gratuita, en horario nocturno, cuando hubieran acabado sis faenas».

Sí debió trascender su forma de trabajar más allá de las fronteras de Cimanes pues en 1950 fue propuesta por el Gobierno para ir a dar clase en Hispanoamérica, llevar allí sus innovadores métodos pedagógicos. Se sintió honrada, pero lo declinó, prefirió seguir con sus niñas de Cimanes. También se debió sentir honrada con la Medalla de Alfonso X El Sabio, que le concedieron en 1967 y le otorgaba un privilegio añadido que jamás hizo valer, ser tratada de ilustrísima.

Es la colección de El Adelanto fuente de otras numerosas informaciones entre líneas; no en vano nació en la República y creció en el franquismo, «en los años de paz» impuestos que figuraban en la cabecera. «Es muy ostensible la ruptura en materias, mensajes e incluso lenguajes que se dan entre una época y la otra. Queda muy patente el cambiazo ideológico que se produce con la irrupción de la fdictadura», explica el editor, Martínez Reñones.

Los hallazgos en las páginas de la colección manuscrita de El periódico son inagotables. Sirva un ejemplo. Uno de sus reportajes de 1935 es sobre «una mujer taxista en León, Piedad La Peñina»... varias décadas después fue un descubrimiento para muchos investigadores de temas leoneses... y, sin embargo, allí estaba, en las páginas del periódico que dirigía doña Salvadora.

Y la cuidada letra, la curiosa publicidad, bellas ilustraciones, esquelas... todos los clásicos ya estaban allí.




                        
Lo más leído