La leyenda del Zamarrón

06/12/2019
 Actualizado a 06/12/2019
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Este martes comenzó la XIV legislatura con la constitución de las Cortes y si por mí fuera podían chapar el chiringuito ya y ponernos manos a la obra para empezar a buscar la XV.

Y es que lo único bueno de que los egos superaran la capacidad de ponerse de acuerdo hace unos meses es haber tenido la oportunidad de ver de nuevo con papel principal al que es ya mi diputado favorito, Agustín Zamarrón.

Más allá de su extraordinaria dialéctica, muy por encima de la media entre nuestros representantes o una sensacional estética que, junto a un apellido que podría proceder de la Tierra Media y la genialidad de presidir la ‘Mesa de Edad’, le convierten prácticamente en un personaje de ficción que no nos merecemos, es muy difícil que durante los próximos 4 años, o lo que quiera durar esta legislatura, alguien muestre más dignidad que nuestro héroe en esa tribuna del Congreso de los Diputados.

Porque no había ninguna manera más acertada e incluso necesaria de arrancar la constitución de las Cortes que pidiendo perdón en nombre de toda la clase política, que por otra parte, ni mucho menos lo siente. Sin embargo, reconfortan los pequeños gestos como los de este septuagenario diputado socialista por Burgos que, por unos minutos, los que tardó en volverse a la tribuna, nos hizo creer en que una política digna es posible.

Cabe preguntarse incluso si, como para sacar el carnet de conducir, no sería necesario poner una edad mínima para poder ostentar una responsabilidad pública que podemos situar... en torno a los 70 años. O bueno, también se podría situar el mínimo en haber cotizado fuera de la cosa pública al menos 10. Iban a quedar menos cartas de pie que en la última jugada del ‘Quién es Quién’.
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