La ley del fúbol

01/02/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Se acabó la ‘era Díaz’ en el banquillo de la Deportiva. Una era con luces y sombras. No voy a ser yo el que las enumere, porque lo que para mi pueden ser luces, para otro son sombras, pero lo que es un hecho cierto es que en Valladolid José Manuel Díaz no se sentará en el banquillo visitante.

Sólo espero que seamos justos con el que venga y le demos un poco de chance. La situación en la que estamos no va a cambiar (o al menos no debería) de un día para otro y quizá hagan falta algunas semanas para ver los resultados. Así que paciencia. El nuevo míster se va a tener que hacer al equipo y viceversa.

Lo que espero que ya no veamos desde el primer minuto del próximo partido es una palabra que he oído en varios corrillos a la salida del estadio. En diversas variantes. Pasotismo lo llamaban algunos y apatía otros. Sea como fuere, con el que venga a sustituir a Manolo Díaz eso debería quedar desterrado al menos hasta que acabe la temporada y si no es así nadie lo podría entender.

Lo bueno de un cambio de entrenador es que es una panacea que todo lo cura, por lo que de aquí en adelante veremos a los chicos como motos, cosa de la cual me alegro mucho, porque algunos ni están y a otros ya, simplemente, ni se les espera. Seguramente ahora, con nuevos aires en el banquillo todo esto quede atrás, el vestuario vuelva a hacer piña en torno al cuerpo técnico y sean capaces entre todos de sacar los pies de la zona caliente.

Nunca hay una sola circunstancia para una situación de este tipo, es siempre y sin excepciones una confluencia de varias y la ley del fútbol dicta que sólo es la cabeza del entrenador la que pende del hilo. No estoy excusando a nadie, sólo expongo los hechos. Es más fácil cargarse a uno que a varios, es lo que se suele decir, aunque ese uno sea el menos responsable (que no es el caso). Creo que la decisión está bien tomada y más viendo la pobre imagen del equipo ayer, pero esto no debería eximir de la parte alicuota de responsabilidad a los que quedan en el vestuario.

Porque la situación puede que mejore y puede que no y aunque el míster pudiera ser un factor clave, si la situación no se revierte, igual no era un problema de entrenador. O no exclusivamente, al menos. Y todo lo contrario, si la situación revierte de manera inmediata y el equipo empieza a hacer buen fútbol desde el primer día y a mostrar otra actitud sobre el campo el entrenador era el menos responsable. Si eso sucediera, la limpia de vestuario que habría que hacer debería ser de tal calibre que al final pareciera un solar.

No voy a llorar ni a formar una escandalera por la destitución de Díaz, algo que es relativamente normal. No lo hago ni por jugadores, ni por entrenadores ni por directivos ni por el sursumcorda. A mojar braga, a un concierto de Justin Bieber.

Aquí todos están de paso, incluso nosotros y lo único que debe prevalecer por encima es el Club. Pero no todo el mundo lo tiene tan claro y prefiere tener razón a que al equipo le vaya bien. Pues muy bien por ellos. Pero sin lecciones.
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