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La lengua de las sirenas

06/05/2019
 Actualizado a 07/09/2019
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En León, una tercera parte de los votos del pasado 28 de abril, se han ido a la papelera, titulan los periódicos. Casi 100.000 se han ido sin decidir nada, sin dejar huella, sin dejar baba siquiera. Ni a caracoles podemos compararlos. Esta democracia, que castiga sin motivo a los pequeños, ha decidido que no merecen la pena ser tenidos en cuenta 20.000 votos del PP, 3.000 de Ciudadanos, 33.000 de Unidas Podemos, y 33.000 de Vox; que no importan, que es como si se hubieran quedado en casa aquellos que, después de mucho estrujarse la cabeza, se acercaron a la urna correspondiente, en un acto casi de fiereza. Pues, para eso era, al parecer, para lo que nos llamaban a votar, para sacar dos diputados del PSOE, uno del PP y otro de Ciudadanos, al Congreso de España; a los cuales no les volverán a ver el pelo, a no ser que haya que inaugurar algo o que aparezca, por sorpresa, un nuevo Cáliz de Doña Urraca.

Debe ser que los leoneses no hemos aprendido el lenguaje de las sirenas, que es el que suelen utilizar los políticos en sus soflamas cuando parecen estar mendigando nuestro voto y nos prometen todo aquello que pueda resultarnos deseable, sin detallar el modo de conseguirlo, supliéndolo con unas sonrisas que tienen más de falsas que un duro de madera, como se decía antes. Ya lo decía Cernuda en su ‘Desolación de la quimera’: «Ninguno ha conocido la lengua en la que cantan las sirenas». Y un poco más adelante nos advierte: «Soy un español sin ganas, que vive como puede bien lejos de su tierra».

Y eso que estamos hablando de León, allí donde los buenos poetas proliferan y cada poco montan un nuevo tablado en el que ensayar y mostrar su nueva mercancía al vecindario. Ahora se acaba de instaurar ‘los últimos lunes de mes’, en El Corté Inglés, la mejor vista de la ciudad, que se une a los postreros viernes, en el anfiteatro de San Marcos. No debe haber ciudad en la que ocurran tantos eventos literarios como en León. Ni en la que aparezcan nuevos editores tan entusiastas como Héctor Escobar con su Eolas, ni tantos jóvenes y no tan jóvenes sean premiados. Esperemos que tarde o temprano, nuestros poetas descubran el secreto del canto de las sirenas y podamos entender en qué nos mienten esos enredadores de bailes, esos bellacos. Esos políticos cómplices de que se tiren a la basura tantos votos de los ciudadanos.

«Cuando la noche acaba… vuelven los que las vieron; más la canción quedaba» ‘Las sirenas’. Luis Cernuda.
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