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La lección de la profesora Marlene Wind

27/01/2018
 Actualizado a 08/09/2019
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En esta lacerante bufonada por entregas del separatismo en Cataluña, cuyo protagonista es un prófugo filibustero, hemos tenido la satisfacción de asistir a uno de los cuadros más gratificantes, no por el ingenio del susodicho sino por la badana que le ha zurrado una prestigiada profesora danesa. El escenario, tan mudable, esta vez nos lo han situado en tierras nórdicas, en un salón de actos de una de las universidades más prestigiosas del mundo, la de Copenhague.

El Prófugo ya hemos visto que anida grandes aspiraciones; de ahí que, aunque con estudios inacabados, convencido de que la labia y el enredo en él obran milagros, pidió lo invitasen a tan acreditada universidad para representar su aderezada y consabida farsa; que bueno es recordar no todos aplauden, pero sí al menos algo más del veinte por ciento de sus convecinos. Le tocó compartir reparto en la representación, entre otros, con la profesora Marlene Wind, curtida en el conocimiento de la legislación de las democracias de Europa y con la inteligencia y sensibilidad suficientes para repudiar los populismos y sectarismos que están brotando en algunos de sus países. Leyó el Prófugo, como si fuera el apuntador de la obra, su papel: con las añagazas de siempre; más el socorro del franquismo, en la confianza de que tal espectro empañaría la democracia española. No esperaba, sin duda, que la profesora Marlene se hubiera molestado en recabar información sobre las andanzas suyas y de los demás separatistas catalanes, con su habitual costumbre de preparar concienzudamente las clases.

No faltaron dardos en la intervención de la profesora Wind, uno de los más afortunados fue cuando le espetó al Prófugo: «¿Son ustedes unos malcriados que están intentando librarse de los pobres?». En España, en Italia y otros países, las tierras del norte son por lo general más ricas que las del sur. No en vano reviven partidos en las primeras, como es nuestro caso, con el «España nos roba» de los separatistas, o en Italia la Liga Norte con «Roma, ladrona, la Liga no perdona»; sin olvidar a otros de una derecha radical y xenófoba en naciones como Francia, Alemania, Bélgica…, contrarios a la existencia de la UE, bajo el pretexto de que son hurtados en sus países recursos en beneficio de pueblos menos desarrollados; o de que entran en su patria desarrapados que llegan para disputarles su pan. No es tampoco distinto el criterio de gobernanza del actual presidente de EEUU, de impronta belicista y vocinglera, con su mensaje, siempre en la boca, de «América, lo primero», que concreta en una serie de actuaciones proteccionistas, como nuevos aranceles que gravan abusivamente productos importados de otros países.

«¿Los Balcanes son su modelo político ideal?», «piensa en la inestabilidad que está creando en Europa y tal efecto en otros países?», «es esa su visión de Europa, su división en 200 estados étnicamente puros y con una sola identidad?». No supo, o no quiso, el Prófugo dar una respuesta a unas preguntas de tanto calado por parte de la profesora Wind. Viene al caso rememorar que la guerra de los nacionalismos en Yugoslavia, de los serbios, con croatas, bosnios y albaneses, o entre los propios bosnios y croatas, de 1991 a 2001, ha sido el gran drama cruento, posterior a la Segunda Guerra Mundial. Reconocer el derecho a la independencia de Cataluña conllevaría el afloramiento de tensiones latentes en varias regiones europeas; el hecho mismo de plantear tal posibilidad supondría un debilitamiento de la relevancia mundial del Viejo Continente, para satisfacción de Vladimir Putin; regocijo este que no es ficción, pues se ha comprobado, ante nuestro problema secesionista, la frenética actividad en las redes sociales de internautas rusos, en pro de crear una propaganda hostil contra el Estado español. No hicieron mella alguna en el Prófugo estas reflexiones, ni la andanada de la profesora, al situar la escenografía, en ese momento mismo del debate, en el despacho presidencial del Kremlin: «Vladimir Putin está muy contento con usted».

Relevante fue también, la alusión en el debate, por parte de la profesora Wind, a la utilización que los populismos hacen de la democracia, al considerar que, si conviene a sus intereses, toda votación ha de realizarse y ejecutar su resultado. «¿Democracia es solo hacer referendos y encuestas de opinión, o también respetar la legalidad y la Constitución?». Esta es nuestra cuestión: hacer valer que los principios constitucionales en una democracia, entre ellos el de soberanía, no atañen a una región, sino a cuantos ciudadanos habitan el territorio nacional. No esperaba el Prófugo ni esta, ni otras preguntas a bocajarro de tanto calado, que lo dejaron noqueado.

Pero, en este debate en la universidad danesa, si importante ha sido cómo la profesora Marlene Wind ha evidenciado la inconsistencia y marrullería de un aspirante a presidir con sibilinas artes de nuevo la Generalidad, el encausado Puigdemont, aún más sustanciales son los problemas planteados, en solfa ahora en Europa; que trascienden a un personaje tan frívolo, al tiempo que en gran parte él mismo los representa.
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