24/02/2021
 Actualizado a 24/02/2021
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Nada sé yo de leyes y, quizá por eso, la justicia no deja de sorprenderme… Que la destreza de un abogado sea muchas veces determinante para que una sentencia siga un camino u otro; que una misma situación –pongamos en el ámbito laboral– se resuelva de una manera en un juzgado y de la contraria en otro; que una sentencia sea recurrida y cambie por completo su sentido; que un tribunal superior contradiga a uno ordinario –o el Supremo a uno superior– son, por poner algunos ejemplos, cuestiones que me llaman la atención. Pero también tengo claro que si todo eso pasa es, desde luego, por algún motivo… aunque, en ocasiones, me cueste comprenderlo…

Hablando de no comprender, resulta que en el marco de este estado de alarma en que nos encontramos –y que está previsto que se prolongue, te recuerdo, hasta el 9 de mayo–, la Junta de Castilla y León decidió el pasado 15 de enero adelantar dos horas el toque de queda a partir del día siguiente, comenzando a las ocho de la tarde en vez de a las diez, que era lo establecido. Y lo hacía a pesar de la oposición expresa del gobierno estatal que, de hecho, lo recurrió ante el Tribunal Supremo, solicitando la suspensión cautelar.

Y yo que, como te decía, no entiendo de leyes, veía bastante claro que la Junta se extralimitaba y que más bien parecían ganas de echar un pulso al Estado; pero, oye, también pensaba que una decisión de este calado –y más tras el mensaje del gobierno central– estaría más que fundamentada…

Pues resulta que el Alto Tribunal anuló el acuerdo del ejecutivo autonómico que, sin entrar en el fondo del asunto, se pronunció solamente sobre las medidas cautelares que solicitó la Abogacía del Estado. Pero, claro… un mes después…

En síntesis, la Junta ha recortado nuestros derechos al tomar una decisión pasándose por el forro las indicaciones del Estado y, por el momento, con un «acatamos la sentencia» –que, por otra parte, solo faltaba…– ha quedado zanjado el asunto. Como te decía, la justicia no deja de sorprenderme…
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