La increíble recuperación de Santalavilla

Era un pueblo abandonado pese a su rica historia; el Instituto de Estudios Cabreireses trabajó duro allí con los vecinos, recuperó y adecentó espacios, Fede Bayo e Isabel vieron el pueblo "y nos enamoramos del lugar", ya viven allí y se espera a nuevos vecinos en breve

Fulgencio Fernández
10/10/2021
 Actualizado a 10/10/2021
Una de las señas de identidad de Santalavilla son esas bodegas escavadas en la tierra como galerías de una vieja mina romana. | JORGE ARIAS (iec)
Una de las señas de identidad de Santalavilla son esas bodegas escavadas en la tierra como galerías de una vieja mina romana. | JORGE ARIAS (iec)
No todo son desgracias en esa batalla contra despoblación y la pérdida de la memoria de los lugares. De vez en cuando una pequeña victoria se convierte en una noticia feliz, una de esas que merece la pena contar, en hablar del regreso de las gentes —aunque sean pocas— y de la recuperación de la memoria de los lugares.

Acaba de pasar, se llama Santalavilla, en Cabrera, esa comarca que tantas veces aparece escrita con tinta de tristeza. Ha recuperado edificios, ha ideado rutas, ha colocado carteles que recuerdan su historia, ha mostrado su indudable encanto. Baste un ejemplo: Fede e Isabel había regresado a La Baña, la tierra de Fede que no en vano se apellida Bayo. Escucharon el trabajo que se estaba haciendo en Santalavilla y guiados por el Instituto de Estudios Cabreireses (IEC) fueron a conocer el lugar. «Nada más ver el pueblo nos enamoramos de él, era lo que buscábamos, belleza, naturaleza, historia, tranquilidad... ¿Cómo podíamos de ahí al lado y no conocer Santalavilla?». La respuesta, el resultado de aquel ‘enamoramiento’ es que acabaron comprando una casa y ya son dos de sus nuevos habitantes».

- ¿Cuántos sois en la actualidad?
- En invierno nosotros dos y otros tres.
- Pero esperáis una nueva familia, tengo entendido, con niños incluso.
- Así es. En cuanto solucionen algunos problemas parece que aquí estarán.  

Fede e Isabel pueden teletrabajar, lo están haciendo y, como tantos otros en la provincia —por ejemplo, los alemanes que han llegado a Paradilla— repiten la misma queja. «La cobertura de telefonía, internet, es muy mejorable. Tenemos que andar arreglándonos con ‘inventos’, deberían tomarse en serio estas acosas.

Han hablado del IEC y es que este colectivo, que está trabajando muy duro por ‘Cabreira’ tiene mucho que ver en esta «increíble recuperación», con el trabajo directo en este caso de su presidente, Jorge Arias. Otro activo miembro, Iván M. Lobo, lo explica: «Estamos llevando a cabo lo que dijimos en aquel programa de actuaciones que presentamos y en el que Santavilla tenía, ciertamente, protagonismo porque es un lugar privilegiado y con una más que rica historia. El IEC ha trabajado codo con codo con los vecinos, se han hecho facendeiras, se le ha enseñado el lugar a interesados como Isabel y Fede, se han colocado numerosos carteles y paneles... la verdad es que el cambio ha sido importante».

Pura realidad. Da gusto recorrer el pueblo, leer su historia en carteles, las viejas minas y canales, sentarse a la puerta del restaurado molino o el pilón del Regueiro, el Campo de las Danzas o conocer que hay quien mantiene que son las Lanzas... esperar que pronto se recuperen esas bodegas excavadas como si fueran galerías, todas ellas luciendo esos colores rojizos que nos recuerdan a las cercanas Médulas, que nos hablan de leyendas y de que dos mil años nos contemplan. Todo huele a historia.

Ysi Fede e Isabel pasean por sus calles... te lo cuentan ellos. Mejor,  que por algo se enamoraron del lugar.
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