09/12/2020
 Actualizado a 09/12/2020
Guardar
La primavera ha venido. Nadie sabe cómo ha sido. Dijo Antonio Machado. Desde el punto de vida astral, no o creo, pero no aseguro que sea un disparate. Son tales la confusión y las contradicciones sembradas, desde esta especie de gobiernos y sus medios serviles, que ya no sabemos a qué atenernos. Parece que hace frío y por mi ventana, se ven las cumbres nevadas. Es invierno. Eso sí puedo asegurarlo.

Lo que nunca imaginamos es que, a un país como éste, con un idioma para expresarse, una cultura para entender las cosas y una historia para recordar nuestra identidad, llegara un gobierno truculento y sin principios, con la sola intención de dar al traste con todo lo que hemos construido. Tanta maldad sólo puede explicase como propia de seres enfermizos de ambición y soberbia. No hay psiquiatras en España para tratar, la demencia de tanto político, alto cargo y amiguetes, con sueldos grandes.

Puestos a imaginar, si un día escucháramos a Iker Jiménez anunciar –como hiciera Orson Welles, con la Guerra de los Mundos– la llegada de los marcianos a la Tierra, saldríamos todos a recibirlos con la banda municipal y pancartas. ¡Marcianitos, os recibimos con alegría...! La misma alegría que a Mr Marshall.

Por muy feos y repugnantes que fueran, mejorarían lo que tenemos. Incluso más guapos. Sólo con que abdujeran a Sánchez, Iglesias, Rufiàn, los terroristas... bueno, a toda la cuadrilla, para no extendernos, sería glorioso. Entonces sí vendría la primavera, como vino en Portugal y la esperan en Túnez. Que los llevaran a joder –con perdón– a otro sitio sideral. Estaríamos mejor en la 3ª Fase que en la III República de Podemos.

Hace unos días murió el ex presidente Giscard d’Estaing que gobernó Francia en difíciles condiciones, pero con mano firme. Un borrón fue aceptar los diamantes de Bokassa. Pagó el precio político, y dio paso al socialista Mitterrand. Fueron hombres excepcionales en un país pujante y complejo. Es un hecho que en Francia hay etarras, bretones, alsacianos, catalanes y corsos por añadidura, pero ninguno de estos territorios osaría romper la nación ni pervertir la Constitución más antigua del mundo; ni aborrecen del francés, porque lo necesitan para la vida pública, universitaria o laboral. Algo debe pasar en este país, peor que el corona virus, para creer en una III República, de acuerdo con experiencia de las dos anteriores.

Si hacemos un repaso entre todo el arco político ¿encontraríamos algo como los mencionados presidentes? ¿Un Sandro Pertini, un José Mújica, Soares o incluso Tatcher? Ni por asomo. Falta gente de prestigio, calidad y decencia. Incluso con el modelo de la Celaa, donde aprueba todo quisqui, el gobierno suspendería en pleno. Su programa: Ser una nulidad, hacerse de un partido, lamer bien, alcanzar un cargo y salir forrados sin dar un palo al agua. Y si no hay cargos, se inventan.

¿Qué podremos esperar? Pues que vengan los marcianos, que los extraterrestres ya gobiernan.
Lo más leído