julio-cayon-webb.jpg

La hora de Fernández Mañueco

23/06/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
El presidente del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, es de tierra de toros. De Salamanca. Nacido y criado. Y aunque sólo sea por simpatía o por rutina vivida, debería saber lo que es lidiar un astado en el centro del anillo, en los medios o pegado a tablas, terreno éste donde los arreones del animal –y peor si está pregonado– tienen más peligro que un gato de lomo erizado en un desván a oscuras. Aprieta. Y la tronera del burladero no suele estar a mano.

Y a Mañueco, que hizo el paseíllo en plaza de primera allá por marzo de 2017 –ganó en las primarias regionales a Antonio Silván– no han dejado de anunciarle con ganaderías ‘duras’. Poco aptas para el lucimiento. Esas que no son como para ponerse bonito ni de espejo. Y es que ante el peligro sordo y tobillero del animal, es más efectivo torearlo sobre las piernas que con las muñecas. Moverse y jugar bien los brazos para vaciar las embestidas.
El símil es más que válido porque desde su asunción a la silla acorazada del ínclito Juan Vicente Herrera, no han dejado de buscarle los costados. Los mismos –es curioso– que apostaran por Silván para lanzarle al ‘estrellato’ desde la alcaldía de León. Cuerpo a tierra, que llegan los nuestros. La ‘revuelta’, no obstante, les ha salido ful.

Es cierto que el aspirante a la presidencia de la Junta sorteó un mal lote y echó por delante el toro más complicado. Se dejó querer en exceso y las primeras intenciones de cornada gorda apuntaron a las femorales. Y a las safenas. Se fue librando. Pero, hasta el último momento, las aviesas intenciones de los que repudian verlo recogiendo las ovaciones del respetable, han apuntando al bajo vientre. Daba igual en qué parte de la anatomía le hundían el pitón. Se ha salvado de la cogida. De milagro. Buen quite. Ahora, está en disposición de escoger cartel y fecha. Manda. Y, como las figuras, puede exigir. Si no es capaz de administrar su privilegiado puesto en el escalafón, más pronto que tarde le mandarán al hule, a la enfermería, con un ‘tabaco’ (léase cornalón) de varias trayectorias. De pronóstico grave. Por lo tanto, borrón y cuenta nueva. Y adiós a los complejos y a ese buenismo estéril que sólo puede conducirle a la fila de los subalternos. A cambiar el oro por la plata. A banderillero.

Tiene por delante unos años para afianzarse como ‘baró’ del partido. Y cuatro como presidente de la Junta, si los hados de Ciudadanos le permiten consolidar la aspiración. Le toca la compleja tarea de recomponer varios frentes. Con puño de hierro y guante de seda. Pero que se note cuando lo haga porque los alguacilillos ya inician el despeje. Y bajo el sol, la suerte está echada. Ojo avizor. Y de noche, en duermevela. Fundamental.
Lo más leído