La hora de decir sí al Bierzo

Por Valentín Carrera

03/12/2018
 Actualizado a 18/09/2019
ilustración del libro ‘De siervos a esclavos’ recién publicado.
ilustración del libro ‘De siervos a esclavos’ recién publicado.
El Bierzo tiene 131.000 habitantes, diez mil menos que hace una década. La mitad de la población berciana vive en Ponferrada, que fue creciendo durante cien años y llegó a tener 70.000 habitantes en 2003, «la quinta ciudad de Castilla y León», ahora con 65.000 y bajando desde 2012.

Este descenso de población afecta a toda Castilla y León. Una parte corresponde al saldo vegetativo negativo (7.906 personas menos en 2017, es decir, murieron más de los que nacieron) y otra parte al saldo migratorio: se van más de los que vienen.

¿Por qué? Las causas son complejas. Primera, el envejecimiento, como ocurre en la Europa prejubilada, que solo resolverá la entrada masiva de inmigrantes. Segunda, la baja natalidad: la crisis económica no anima a crear familias numerosas, ni siquiera monoparentales. Tercera, el completo abandono del rural, el entorno de los abuelos y abuelas: huertas, sotos, casas, viñas, pueblos enteros desiertos, las raíces de las que nuestra sociedad se ha desentendido y las administraciones públicas, más. La cuarta causa es consecuencia de las tres anteriores: cierre de industrias y empresas, y ausencia de horizontes.

Todo esto hace que Castilla y León sea líder nacional o más bien farolillo rojo en despoblación, y líder absoluto en despoblación rural; y dentro de la Comunidad Autónoma, la provincia de León es a su vez la peor; y dentro de León, el Bierzo, de modo que somos demográficamente el culo del culo del culo. Por si no queda claro.

Esta decadencia no es pacífica: Ponferrada es la ciudad con mayor tasa de paro de Castilla y León, 19,87%, más de 5.400 parados [Datosmacro.com]. La tasa es similar en el resto del Bierzo, que suma casi 10.000 parados, aunque se dispara en villas como Cacabelos: 22,66%. Tener en el paro a uno de cada cinco bercianos y bercianas potencialmente en activo, es un drama social y humano. Vaya por delante mi solidaridad con cada una de las personas sin trabajo, y sus familias, sin distinción de pueblo, profesión, sector o nacionalidad.

¿Cómo se ha llegado a esta tragedia social? Además de las causas generales -envejecimiento, baja natalidad y abandono del rural-, en el caso concreto del Bierzo sufrimos las consecuencias de un modelo industrial del siglo XIX que ha alargado su agonía durante las últimas décadas artificialmente, chupando toneladas de dinero público. Un modelo contaminante, basado en el beneficio a corto plazo, sin importar la herencia que deja.

Cuando Julio Lazurtegui soñó su Vizcaya berciana, sueño del que ahora se cumplen cien años, la explotación del carbón parecía una buena idea. Está por hacer el balance de los costes ocultos: el reciente libro ‘De siervos a esclavos’, de Alejandro Martínez, inicia la tarea pendiente de estudiar las transformaciones socioeconómicas durante el primer siglo de minería en Fabero y en toda la comarca.

Hay que poner en un platillo de la balanza la riqueza creada por las minas (la que se quedó en el Bierzo, no la que se evaporó a Madrid o Chile) y en el otro platillo los costes laborales y familiares, sobre todo por enfermedades profesionales asociadas a prácticas abusivas y a la falta de higiene, prevención y seguridad laboral; costes que estamos pagando a través de la Seguridad Social y que seguiremos pagando durante años.

En un platillo, los beneficios privados; en el otro, los costes públicos que pagamos todos a través del INEM, las indemnizaciones, los despidos salvajes, las insolvencias fingidas y los ERES falsos, las subvenciones cobradas y no devueltas, las deudas a Hacienda y los cierres patronales si te he visto no me acuerdo. Insisto: hay que hacer bien las cuentas. El resultado del modelo industrial del siglo pasado está a la vista: despoblación y paro. Después de cien años de chamizos, el Bierzo ha quedado sumido en una profunda crisis demográfica, laboral y social.

La reflexión final es sencilla: no nos van a sacar de esta crisis los victorinos y gaitanes que nos metieron en ella y amasaron fortunas arrasando el territorio. Tampoco nos van a sacar del túnel negro los mismos políticos carbonizados que llevan veinte años en el sillón, ni los sindicalistas domesticados ni la patronal corrupta, muchos de ellos untados por Fondos Miner cuyo destino se niegan a investigar.

Tendrá que nacer una nueva generación de trabajadores y emprendedores, de representantes políticos, sindicales y empresariales, capaces de pensar el desarrollo del Bierzo con las claves del futuro: biodiversidad, sostenibilidad, industria 100% descarbonizada y sin incineración, energías renovables, reciclaje, residuo cero.

El futuro del Bierzo pasa por la economía verde: mimar los recursos naturales, la agricultura, la viticultura y enología, el paisaje, el turismo respetuoso y agradecido, el valioso patrimonio cultural, y un sin fin de nuevos empleos de la mano de la revolución tecnológica del siglo XXI. Este es el único modelo capaz de crear trabajo estable y duradero y riqueza real para toda la sociedad y no para esos pocos que se lo han llevado crudo. ¡Arriba las ramas!
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