La historia escrita en las majadas

Javier F. Lozano y Valentín Cabero, leoneses y profesores universitarios, han realizado un trabajo sobre la transformación del territorio a causa de la actividad ganadera en la comarca leonesa del Valle del Eria, donde estaba muy poco estudiado este fenómeno

Fulgencio Fernández
10/04/2020
 Actualizado a 10/04/2020
Estructura de cerramiento de El Piornal-La Mesa en terrenos del pueblo de Morla de la Valdería. | J.F. LOZANO
Estructura de cerramiento de El Piornal-La Mesa en terrenos del pueblo de Morla de la Valdería. | J.F. LOZANO
«El análisis tipológico de apriscos para ganado ha recibido una notable atención, pero no en el borde suroccidental de la provincia de León (el Valle del Eria». La frase de es de los profesores universitarios leoneses Valentín Cabero y Javier Fernández Lozano (en la Universidad de Salamanca y Cantabria respectivamente cuando hicieron el trabajo) para ‘justificar’ la necesidad del mismo. Uno de ellos, Fernández Lozano, ahora profesor en la Universidad de León, explica las características y los hallazgos de esta investigación que titularon «Aproximación a un modelo de trasterminancia vertical para el borde suroccidental de la provincia de León en la Antigüedad».

Señala Lozano los elementos diferenciadores en este territorio poco estudiado en este aspecto con respeto a otras tierras ganaderas. «Es difícil hablar de un único elemento diferenciador. Son varios los condicionantes que gobiernan la distribución y dimensiones de estos apriscos. Las características geográficas y climáticas, junto con el carácter geológico del terreno constituyen aspectos fundamentales y diversos, no sólo a nivel peninsular, sino también en un entorno como nuestra provincia, donde existen amplias diferencias de norte a sur en estos aspectos. Llama especialmente la atención el aprovechamiento exhaustivo de los recursos y el conocimiento del medio que tenían los antiguos pobladores del valle, para obtener el máximo rendimiento con el menor esfuerzo posible. Esto se observa en el modo de construcción de las estructuras y en ello tiene que ver mucho la geología».

Y habla de esa especie de inteligencia natural de aquellas gentes. «No podemos decir que hace más de 5000 años, aquellos primeros pastores tuvieran un conocimiento ‘geológico’. Sin embargo, eran conscientes de cómo podían reaprovechar el resultado de los procesos geológicos externos para obtener sus fines».

Señala el profesor leonés, vecino además del Valle del Eria, que es muy jugosa y significativa la información que pueden ofrecer estas viejas construcciones ganaderas. «Estas sencillas estructuras nos informan de la visión expansionista del ser humano, de la capacidad para analizar el medio que le rodea y de modificarlo en su beneficio. La transformación que ha sufrido a lo largo de miles de años el paisaje que hoy configuran los relieves de la Sierra del Teleno es el resultado de un proceso meditado de control de los recursos, y un buen ejemplo son los pastos de altura».

Aborda otros elementos muy presentes en la evolución del paisaje, como pueden ser «las quemas y rozas continuos, cuyos restos se evidencian en el registro de las turberas próximas (zonas encharcadas donde se acumula la materia vegetal), nos hablan de un sistema de gestión del medio, de su capacidad productiva y del beneficio en forma de economía doméstica que proporcionaron a aquellas primeras sociedades agropastoriles». Y añade Lozano la importancia de los terrenos ganados a la montaña. «Se hacía, claro, con fines agrícolas en diversos pueblos de La Cabrera, principalmente en Pozos, donde este modo de transformación del paisaje adquirió una enorme relevancia para la subsistencia».

Para que la ganadería y el pastoreo tuvieran su espacio se hizo necesario ganarle terreno a base de eliminar el resto de la vegetación, primando la importancia de los usos ganaderos. «Para que nos demos cuenta de esta importancia basta con fijarse cómo en determinadas comunidades autónomas están utilizando el pastoreo como medida preventiva contra el fuego. El pastoreo contribuyó a una conservación ordenada del bosque, eliminando la maleza. Si bien hubo que quemar grandes extensiones para su expansión, este mismo pastoreo propició su limpieza y mantenimiento».

Incluso encuentra el profesorpuntos de conexión con la grave crisis sanitaria que estamos viviendo. «Este virus nos ha redescubierto la importancia de sectores primarios, como el agrícola y el ganadero, vitales para la supervivencia de la población en momentos de crisis».

Abordan Lozano y Cabero en su trabajo el mundo del pastoreo en la antigüedad, con las dos funciones transcendentales para el avance y desarrollo de las sociedades que estaban aún por llegar. «Por un lado, el pastoreo sirvió para el abastecimiento de las poblaciones, a través de la obtención de pieles con las que protegerse, y productos cárnicos, lácteos y sus derivados para alimentarse. Por otro, ayudó a la identificación y localización de yacimientos minerales, los cuales han hecho nuestra vida más fácil».

Y en este trabajo los elementos que más les han ayudado documentar la importancia ganadera de estas comarcas se encuentra «el estudio de las turberas que nos ha permitido identificar episodios de quemas y rozas controladas a partir de los restos de carbón. También la presencia de asociaciones vegetales, únicas en ambientes sometidos a la presión del pastoreo, como determinadas especies de hongos. Y también otros aspectos, como la presencia de estructuras de cerramiento, han sido muy extendidas en todas las áreas montañosas de las comarcas. Habría que significar también la tradición ganadera, que como herramienta etnográfica nos ha permitido conocer los usos y expresión de estas prácticas en todo nuestro territorio».

- Has hablado de estructuras de cerramiento, majadas y demás elementos, ¿han sido importantes? ¿Habéis documentado muchos?
- En este trabajo se han estudiado dos muy particulares por sus semejanzas, en Morla de la Valdería y Pozos de Cabrera. Sin embargo, existen otras que serán documentadas en el futuro y que presentan un estilo constructivo y características similares. Existen un gran número de ellas cuyo acceso es complicado, debido a la fuerte orografía del terreno y al aumento de la vegetación. Es necesario abordar su estudio desde diferentes perspectivas, histórica, geológica, etnográfica y arqueológica, de manera que la suma y aporte de las diversas disciplinas pueda darnos datos concluyentes. Todo ello nos lleva a la conclusión de que las estructuras analizadas no se corresponden con castros, sino con cerramientos ganaderos.
- Las modernas plantaciones y reforestaciones, ¿han complicado mucho vuestra investigación?
- Las plantaciones no han afectado a la hora de su estudio debido a que se sitúan en zonas elevadas y rocosas. Sin embargo, la maleza natural fruto precisamente del abandono del pastoreo, es la que impide un estudio más preciso de este tipo de estructuras de cerramiento. Su interés reside en la información que proporcionan si su estudio se aborda de forma multidisciplinar. Por ello la convergencia de distintos elementos permite conocer aspectos fundamentales del tratamiento y gestión de la cabaña en la época.
- ¿Y los incendios?
- Los incendios naturales son un proceso habitual en la naturaleza. El estudio de las turberas permite conocer cómo el fuego llegó a ser un elemento recurrente para el aprovechamiento del espacio con fines ganaderos. Estas quemas controladas que se realizaban en la antigüedad, sin embargo, no tienen el mismo impacto que aquellas que ocurren en la actualidad, como los incendios provocados de La Cabrera en 2017 o el de Castrocontrigo en 2012.

En diferentes partes de la investigación hacen alusión a una confusión habitual en estudios de este tipo, «la de cerramientos ganaderos con antiguos castros, zonas de poblamiento, también presentes en la comarca. Quizás uno de los aspectos más interesantes es el aprovechamiento de los recursos. A diferencia de otros sectores estudiados de la zona cantábrica, donde estas estructuras se ubican en dolinas kársticas, en nuestras comarcas, al ser litologías silíceas, se reaprovechan los crestones verticales de cuarcita a modo de muros. Además del aprovechamiento de los bloques procedentes de las ‘lleiras’ o canchales próximos, que servirían para cerrar los apriscos. A veces en espacios tan reducidos, que impedirían su utilización como zona de habitación». Y añade que «conocer y separar aquellos que son castros de los que no lo son permitiría establecer una aproximación del volumen poblacional de estas comarcas, así como del aprovechamiento de los recursos y la explotación del territorio. En este aspecto, la información geológica, en la que nosotros incidimos ya que yo soy geólogo, es una herramienta que puede aportar un gran valor para abordar el estudio en profundidad este tipo de cerramientos ganaderos».

También reconoce y valora la aportación que pueden ofrecer los topónimos, con nombres tan sugerentes como Portillo de Xandequín, valle del Xandillamas, Piornal-La Mesa… «Es un hecho que los topónimos proporcionan información sobre hechos históricos o aspectos ligados a la explotación del territorio desde la antigüedad».

- ¿Qué es lo que más os llamó la atención de lo que habéis encontrado en el estudio de esta comarca del Valle del Eria y la ganadería histórica?
- Sin lugar a duda, darnos cuenta de la capacidad del ser humano para adaptarse al terreno y explotarlo en su beneficio.

El uso de los recursos y la conciencia que desde antiguo ha adquirido el hombre de los procesos geológicos que ocurren a su alrededor, empleándolos en su beneficio.
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