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La guerra del luto

23/04/2020
 Actualizado a 23/04/2020
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Este PSOE que gobierna entiende el luto por los ya 21.000 muertos de la pandemia como una crítica. Algo de remordimiento habrá en darse por aludidos por el duelo de miles de familias que solo buscan algún atisbo de recuerdo. Estarán dándose cuenta también que la complicada gestión de la emergencia es un sainete de incertidumbres, rectificaciones y tensiones internas.

Para este PSOE, vacío del socialismo moderado y constitucionalista de los viejos tiempos, el luto es una afrenta. Tampoco resulta incoherente ahora que están convencidos que cualquier reproche es deslealtad, que la oposición tiene que aprobar sus decisiones sin cuestionarlas y que los medios de comunicación solo deben mostrar la realidad que encaja en su relato. Por eso el presidente Sánchez se niega a vestir corbata negra en sus discursos de propaganda de cada fin de semana como señal de respeto a los fallecidos que se alinean en ataúdes sin flores y se hunden en la tierra en una desalmada soledad. Por eso desacreditan la propuesta en las redes sociales; quién sabe si también Kylie, Rose, Kenna y los cientos de sensuales ‘bots’ afanados en alabar al Gobierno.

Los socialistas vuelven a convertir las banderas en arma política y dependiendo del partido que gobierne cada institución se agachan a media asta o permanecen impasibles ante el desastre. Dividiendo incluso a sus ediles. El alcalde de Valladolid, que está consiguiendo ser más sanchista que Sánchez, anda ocupado en fiscalizar sentimientos. Que nadie se salte su autoridad, que nadie le toque la soberbia y le baje las banderas. Lo hicieron las comisarías de la Policía Municipal (siguiendo el luto autonómico) y el regidor les ha abierto una investigación y nadie sabe si un expediente como el martes anunciaba uno de sus concejales. Este es el socialismo de la confusión. La guerra del luto es una cuestión de empatía. Los crespones negros no matan virus pero reconfortan familias rotas. No impiden seguir luchando y al menos homenajean a tantos que se quedaron en el camino. Su duelo no es nadie.
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