La gestión de los recursos humanos llega a las granjas de ovino de leche

El Villar, de Santibáñez del Porma, es una explotación pionera en concentrar la reproducción en 10 parideras para hacer más llevadero el trabajo

D.L. Mirantes
14/03/2019
 Actualizado a 19/09/2019
La ganadería actual exige saber leer el 'big data' o contar con asesores que lo puedan hacer. | MAURICIO PEÑA
La ganadería actual exige saber leer el 'big data' o contar con asesores que lo puedan hacer. | MAURICIO PEÑA
El ovino de leche de León y el de la comunidad en general están a la cabeza en producción y calidad en todo el mundo. Lo dejó claro el rector de la Universidad de León (ULE), Juan Francisco García Marín, la semana pasada durante la visita de la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic), Rosa Menéndez, al Instituto de Ganadería de Montaña (IGM). El ex decano de la Facultad de Veterinaria apuntó las mejoras en la alimentación, la sanidad y la genética como las principales razones que han llevado a esta preponderancia del ovino doméstico. Se dejó en el tintero otros aspectos fundamentales hoy en día en la ganadería como son el manejo, la organización del trabajo y la extrema profesionalización con la que muchas explotaciones —todavía quedan algunos rezagados en el sector— buscan día a día mejorar la calidad de la leche, lograr mayor rentabilidad, mayor sostenibilidad y mayor calidad de vida de los que se dedican a ello, sean empleados o empleadores. En León, la explotación El Villar de Santibáñez del Porma cumple todos esos requisitos bajo la dirección del joven ganadero Pablo García.

El Villar es pionero en la organización de la reproducción del ganado con diez parideras al año frente a las cuatro o cinco habituales en la mayor parte de las explotaciones. Para ello establecen ciclos de cinco semanas con dos de descanso. De este modo, en lugar de tener que afrontar picos con mucha carga de trabajo, el esfuerzo se reparte a lo largo de todo el año, ya que también se concentran los partos. Combina la utilización de esponjas de forma programada con el acompañamiento de los machos durante pocos días, generalmente el fin de semana, lo que optimiza la reproducción. Ello permite que se pueda fijar un día de la semana para realizar las ecografías y fijar turnos menos intensos para atender los partos.

Se establecen ciclos reproductivos de cincos semanas con dos de descanso Pablo García explica que llevan dos años desarrollando este sistema junto con el experto asesoramiento veterinario de Giovana González (Alltech), que se encarga de controlar los lotes. Asegura que la decisión se tomó de forma colectiva, buscando facilitar la planificación de los cinco empleados de la explotación, de quienes partió la propuesta de buscar sistemas más eficientes. De este modo, asegura García, es más sencillo establecer tareas, repartir turnos y fijar vacaciones. Además, el ordeño se realiza a las 06:00 horas para poder destinar la mañana con menos apuros a otras tareas. Para el joven ganadero la armonía en el trabajo es uno de los motivos por los que funciona la granja y una prueba de ello son los contratos de larga duración que mantiene la plantilla.

Pero el camino no ha sido sencillo para El Villar. Pablo ha decidido continuar en parte la labor de sus padres. Hasta el 2000 no habían entrado ovejas en la explotación familiar, que tras las fuerte crisis de 2015 y con la incorporación en el horizonte, se reconvirtió al ovino. Ahora cuenta con unas 1.500 cabezas entre las de ordeño y con base tierra que "da estabilidad" al negocio. La explotación está modernizada (cintas para la alimentación, el carro mezclador lo controla remotamente el neutrólogo, salas de lactancia…), la sala de ordeño informatizada (con puerta selectora y software para controlar prácticamente cada parámetro) y el rebaño cuenta con estudio genómico para poder avanzar en la mejora genética, uno de los puntos clave para aumentar la competitividad.

En resumen, El Villar ha acometido las inversiones —monetarias y personales— que exige la ganadería de este siglo, donde los ganaderos no tienen capacidad para fijar los precios frente al mercado. En este sentido, Pablo García tiene claro que la reducción de los costes y la agrupación de la producción son las vías para mejorar los beneficios.

En lo referente a los costes, el de Santibáñez del Porma pone de manifiesto la defensa que la superficie agrícola propia supone frente al alza de los piensos y otros productos de alimentación. De forma indirecta, también permite a la explotación adecuar la alimentación a las necesidades de sus animales, seleccionado y cultivando ellos mismos los forrajes más "delicados" para el ganado —ahora están haciendo pruebas con colza— y facilitando la planificación de los insumos. En la mente del inquieto ganadero está hallar una fórmula ajustada a El Villar que permita fijar planes económicos a varios años. De momento, contribuye también a la actividad en la zona con la firma de varios convenios con agricultores cercanos que le suministran el cereal para el pastone. "Todos ganamos", asegura García, que además reconoce la contribución de la Administración. En su caso, el Plan Sanitario de la Junta es una ‘herramienta’ fundamental frente a la agalaxia o la brucella. Por si fuera poco, dentro del catálogo buenas prácticas ganaderas se realizan controles regulares de la calidad de la leche.

Con todo ello, El Villar es un ejemplo de la evolución de las explotaciones de ovino de León, un motivo del orgullo de rectores y presidentas del Csic, pero sobre todo de sus predecesores, de sus vecinos y de todo el campo leonés.
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