La furfuga, el azogue y dios

Menudo disgusto existencial, camino de la furfuga que es como se dice en la ruralidad, con el nombramiento del nuevo obispo de la dieciséis en plena pandemia, que ya lo asentó La Eminencia —secretario del Grupo de Filósofos de lo Rural sin Obra Publicada (GFLRSOP)— en el libro de socios de honor como Don Luigi, dice que en atención a que de razón social es Luis y nos lo han nombrado directamente desde Italia.

El disgusto existencial, llámale azogue, que también define, es porque nos ha llegado en medio de zozobras y toques de queda, cierre a las diez, con lo que no podemos realizar el acto oficial de despedida de Don Juli, que se nos va, y la recepción de Don Luigi, que se nos viene, como siempre se hizo, de toda la vida de Dios —nunca mejor dicho— en el GFLRSOP: con una partida de mus, a dos partidas de cuatro juegos, a las once de la noche, en cantina neutral y a cara de perro, es decir, la boca no hace juego, que dicho sea de paso siempre ha sido mucha ventaja para los señores obispos, que vienen muy entrenados a que la boca no haga juego, de toda la vida de Dios.

Y además ocurre que en las biografías de Don Luigi no dice nada de sus habilidades para el mus, que es lo que nos atañe. Viene de Mondoñedo, que ya nos preocupa porque en el arte de engañar los gallegos nos han salido bastante maestros en el último siglo, y dice además que acristianó en Vallecas, que nos preocupa más porque igual las bravatas de El Tumbao cuando echa a la grande «todas las tejas del Kremlin» no le acojonan —o como se diga para el caso de los señores obispos— porque le parecen menudencias. Ha estudiado mucho, como corresponde, es listo, qué menos... pero los biógrafos nada aclaran de lo fundamental. «¿Se arroncha a los pares?, ¿es muy de correrse con la treinta y una de mano?, ¿se queda a la real?, ¿pasa señas?, ¿perrea mucho la chica desde el postre como hacía don Juli?, ¿hay que vigilar cómo cuenta porque se le va la mano?...

En fin, los biógrafos nos hablan poco de lo fundamental.