La fobia al malestar

En León, como sucede en la sociedad actual, ya no se acude a la religión para dejar atrás los problemas, sino que se prefiere a un médico. Pero lo que nadie está dispuesto es a soportar el sufrimiento

Stefania Zanetti
09/08/2016
 Actualizado a 15/09/2019
Muchos son, pero sobre todo eran, los que acudían a San Isidoro a resolver sus problemas y preocupaciones. | DANIEL MARTÍN
Muchos son, pero sobre todo eran, los que acudían a San Isidoro a resolver sus problemas y preocupaciones. | DANIEL MARTÍN
En León se trabaja mucho. Para desmentir el lugar común de los Erasmus que pasan de estudiar, para gozar de unas largas vacaciones, basta con entrar en una biblioteca cualquiera y encontrarlos, mientras estudian o preparan proyectos y presentaciones. Estar a la altura del nivel tanto de los centros de investigación como de los cursos universitarios requiere una labor constante e intensa, lo que provoca estrés y preocupación.

Experimenté sobre mi piel la ansiedad, perpetua novia de las secciones de exámenes, aparte de que nadie me describiría como una persona tranquila. Muchos fueron los que me aconsejaron este o aquel curso de yoga, la primera consulta del psicólogo del sueño, de la memoria, del fracaso laboral. Hay especialistas para todos los casos.
La cantidad de ofertas de cursos de respiración, relajación y meditaciones orientales que hay en una ciudad como León me hace preguntarme si hay bastantes ansiosos que les satisfagan.

De hecho es que aquí hay seres humanos. Aparte de los vinos y de las tapas, hay hombres que se conocen todos entre ellos, en una realidad pequeña, en la que no siempre es fácil enfrentarse con el dolor o el sufrimiento, aparte del cansancio diario. Espiritualidad en todas partes es la que emerge de los muros del centro, sus habitantes tienen un pensamiento crítico, valores y una sensibilidad que, quizás, juega contra ellos mismos.

España, sí, fue católica, en su tiempo. Son muchos los que entran y salen de la Catedral o San Isidoro. Confesarse les da fuerza y confianza en sí mismos, les ayuda a sentirse cerca de los queridos difuntos, es decir, es la fe la que no les deja solos por el camino. La religión tiene raíces antiguas, nació con la humanidad, así como el desafío y el dolor.

Lo que ocurre, hoy día, en los colegios, en la Universidad y en los centros recreativos de la ciudad es que hay miedo a sufrir, hay ansiedad por tener ansiedades y, si pasas un mal rato, hay que curarse, olvidarse de esta enfermedad molesta. La fatiga que nos hace cosechar sobresalientes resultados se define como un síntoma de estrés. El padecer una muerte o una desilusión de amor no es una moda, es decir, la pareja Eros y Tánatos se rompió, ahora piensan en construir su autoestima y evolucionar en su propia individualidad.

La figura del cura se ha convertido, con el cambio de generación, en la de el psicoterapeuta. Es que el psicoterapeuta, por supuesto, te hace una terapia, no te comisiona diez avemarías.  ¿No será que las avemarías y la terapia son dos definiciones diferentes que intentan dar nombre al mismo malestar? Definiciones que encajan con lo que nos pasa en la vida.

En León surgen centros que nos indican cuál es la buena y la mala conducta, nadie defiende su derecho a sufrir, a llorar, a estar deprimido cuándo y cuanto quiere, no. Hay un médico que clasifica a los pacientes según sus patologías, según sus síntomas. No según sus historia, según sus personalidad, según sus propia belleza, o, como decía el artista italiano Roberto Benigni, según su poesía.
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