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La fisión de la izquieda

08/03/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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La fragmentación de la izquierda responde cada vez en mayor medida a la mecánica del proceso de fisión nuclear, tan estudiado ya por los grandes científicos del siglo XX que incluso lo hemos olvidado, sabiendo que permanece confinado en las centrales atómicas, en manos de un puñado de empleados con aspecto tan respetable como el de Homer Simpson.

Por si acaso tampoco lo recuerdan, lo vamos a resumir aquí: al núcleo de un átomo le atizas un zasca de protones y resulta que lo partes por la mitad y se divide en dos, como la mitosis, pero en versión futurista. Por el camino, y como resultado de la fragmentación, se escapan muchas otras partículas, que nadie sabe dónde se encontraban pero estaban ahí, y a la vez se desprende una enorme cantidad de energía.

Eso es, más o menos, la fisión; lo que está ocurriendo en la izquierda, a tenor de lo que percibimos en la sucesiva presentación de partidos, candidaturas, plataformas, protoconfluencias, iniciativas y combos en general que pretenden protagonizar el proceso de reunificación de todos ellos, lo que sería el proceso inverso: la fusión nuclear, que ahora no voy a detenerme en describir porque todos nos podemos imaginar en qué consiste.

Y cuando digo imaginar, lo hago con toda la intención, porque solo cabe decir imaginar algo, la unidad de la izquierda, que jamás cobrará sustancia y que, por mera atomización, se disolverá en las urnas, como lágrimas en la lluvia.

La proliferación de propuestas de las izquierdas no viene más que a ratificar aquella vieja máxima de ‘un hombre, un voto’, que a este paso se convertirá en una evidencia: cada votante de izquierdas, un candidato.

Y mientras tanto, la derecha también desprende una gran cantidad de energía, la que genera al frotarse las manos.
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