La fe mueve montañas... pero hay que ponerles ruedas

Contracrónica / Como se temían los aficionados ademaristas el Ademar le regaló arreones de raza pero no llegó a rozar el milagro de la victoria

Fulgencio Fernández
18/12/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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La anécdota más conocida de Juan El Hojalatero es aquella de la reflexión que regalaba cuando veía pasar un avión mientras él estañaba unas cazuelas. Miraba al aparato y sin darse excesiva importancia sentenciaba: «Tengo yo cojones para hacer un avión».Guardaba un prudente silencio y cuando veía la cara de escepticismo del personal remataba la frase: «Lo que pasa es que no traje los alicates».

Y ahí quedaba la cosa. En los chavales que lo veíamos, crédulos con todo lo que nos cuenten, nos quedaba la duda de qué hubiera ocurrido si llega a tener los alicates.

Los de menos fe maliciaban que no hubiera hecho el avión ni aunque tuviera los alicates... Pero había ahí un espacio para la duda.
A eso me quise aferrar ayer. ¿Y si el Ademar tuviera alicates?

La tarde era de dudas. El Barça de balonmano... pero. Por ver qué ocurre en un personal que camina como desganado dejo caer la frase que es tópico.

- Bueno, a ver, la fe mueve montañas.
- Sí, pero hay que ponerle ruedas.

Otro igual. Los alicates. Las ruedas... Para eso nos quedamos en casa, me dan ganas de pensar.

No había el lleno de los días de gesta, más bien los vacíos de quienes sabían que milagros los justos  La verdad es que mucha fe no se ve. Las gradas no presentan un lleno de gesta, más bien se notan las sillas vacías de los que ya tienen el cupo de disgustos de este año cumplido. Otros se apuntan a la teoría de Gila, a la de «ya que no los podemos ganar... les reñimos». Y en el camino escuchar hablar de Junqueras y Puidemont, uno reniega de que sea verdad que de el marido de Marta Rovira sea leonés y se ven más banderas de España que nunca. Cuando veo calentar a Sorhaindo, Andersson, Rivtovski, N’Guessan, Syprzak, Mem o Jallouz me pregunto lo nerviosos que les pondrá la exhibición de rojigualdas. Prefiero que la fe venga de ver a los que le tienen que poner ruedas al monte. Juanín vuelve a estar, de nuevo me parece que cojea pero allí está el capitán con cara de niño y barba blanca de mayor; Biosca y Cupara tienen cara de día grande y hablan entre ellos; Vejin puede querer demostrar lo que vale un «con papeles»; Costoya se ha dejado bigote de actor en blanco y negro; Carou tiene gesto de argentino, que es lo mejor que puede pasar; Mario... en fin. Igual cuando menos lo esperemos sacan los alicates y nos hacen el avión.

La cosa, la verdad, no empieza mal. Biosca podría ser Cupara y a los dos minutos no nos han metido ni miedo. Aguantamos el arreón, Guijosa está a punto de saltar a jugar, Pasqui no, los árbitros ofrecen síntomas de enajenación y le sacan roja al que no es... a no ser que la roja fuera por mirar. El sabio de al lado teoriza: «La enajenación sólo nos puede favorecer a nosotros, es como cuando Fernando Alonso pedía lluvia porque de otra manera... nada».

Pero, poco a poco, nos van quitando la fe. Cuando el luminoso, que dicen losclásicos, marca 3-8 empezamos a ver que se le pone rojo el ojo a la yegua. A Entrerríos se le olvida que aquí le dimos de mamar y nos la prepara una y otra vez, Pasqui no nos quiere devolver los goles que me metieron de más cuando era portero —malo, todo hay que decirlo— del Ademar.

Y nos vamos al descanso con un preocupante ma non troppo 11-15. Si en el descanso encontraran los alicates.

El pabellón se resignó a celebrar rachas de Cupara, goles de Costoya o el regreso con papeles de Vejin  Sale Cupara. Guijosa apuesta a milagro y Vladimiro es el mejor para eso. De hecho arranca esta mitad con dos paradas de las suyas, detiene un penalty a Valero, brazos al cielo, puños cerrados, beso al poste y gestos a la grada. Biosca aplaude. Soñemos.

Soñemos, que no cuesta nada, pero del 11-15 del descanso pasamos a 12-19... A tomar pol saco la bicicleta. Guijosa apuesta otra vez a milagro: Vejin. Y el «con papeles» responde. Marca tres seguidos, roba un balón de listo en un saque, se la pide al rival y éste se la da, Costoya asume el papel de actor de blanco y negro... Y 16-21. Y 18-22.

Pero el tiempo corre. Disfrutamos los arreones. Ondeamos las banderas, que se mezclan con las del Barça, que ya son bastantes... y ya se estaban abrazando los entrenadores cuando aún no se había acabado el tiempo. Lo explica todo.

La fe mueve montañas, es cierto, pero hay que ponerle ruedas.
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