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La fábrica de castellanos

04/12/2019
 Actualizado a 04/12/2019
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La clausura de la Fundación Villalar no va a ser fácil, por la cantidad de intereses que se concitan en este entramado, de carácter social, económico y político. Siendo este último el primordial.

La exclusiva finalidad de esta Fundación es crear un sentimiento de pertenencia a esta comunidad. Una especie de adoctrinamiento, envuelto en una pátina cultural que los dignifique. Es de creer que los castellanos ya lo tengan, desde su secular pertenencia a Castilla la Vieja, en tiempos del conde Fernán González. Siglo X. Pero el Reino de León, es bastante anterior a Castilla y alcanzó su apogeo un siglo antes, con Alfonso III, Imperator, y no es lo mismo.

Obviar la realidad histórica, es el mismo comportamiento que actualmente se practica en Cataluña, País Vasco, Valencia y Baleares y que, desde aquí, juzgamos tan odioso. Algo parecido a lo que, en este caso, se pretende: el ‘castillamiento’ de los leoneses. Un nacionalismo castellano que, en realidad, resulta meramente ‘vallisoletano’. Ya vimos cómo el subconsciente de Oscar Puente –y con anterioridad, Pilar del Olmo– le llevó a decir lo que muchos, desde la Junta, callaban. «No es nacionalismo palentino, ni segoviano, ni avileño…» que están tan desasistidas y desinteresadas, tanto o más que León.

La fuerza centrípeta de los de Villalar se salta el voto de calidad del presidente de las Cortes –Luis Fuentes– que algo sabrá; o el del vicepresidente Igea o de Pablo Fernández; los cuales, perteneciendo a distintas formaciones políticas, dan más credibilidad a sus planteamientos, que se centran en la inoperatividad y el chorro de millones destinados: 850.000 anuales y 23 millones, que lleva dilapidados desde el año 2003.

Lo único que desearíamos de esta Fundación es que, en su caída, produzca un efecto dominó y arrastre otros tantos chiringuitos donde se esconde a los muchos políticos caducos que en la comunidad han sido.

Al alcalde de Villalar, en compensación, que le cambien los puestos del mercadillo, por un centro comercial. Por cierto, los Comuneros eran retrógrados y defensores del régimen feudal y los privilegios. Y sí, eran de Castilla.
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