La España olvidada... y nosotros de fiesta

La España Vacía cerró su debate cuando llegaron las fiestas, también ella tiene derecho a vacaciones, mientras tanto los últimos resistentes en León "celebraron" estas fechas a su manera, sin celebrarlas

Fulgencio Fernández
05/01/2020
 Actualizado a 05/01/2020
En Las Muñecas falleció Isaac, su último habitante... Realmente lo era Bernardina, su mujer, que regresó a Ferreras, donde son cuatro. | LALY DEL BLANCO
En Las Muñecas falleció Isaac, su último habitante... Realmente lo era Bernardina, su mujer, que regresó a Ferreras, donde son cuatro. | LALY DEL BLANCO
Los debates van ocupando fechas, épocas. Cualquier detonante es bueno. Sergio del Molino encontró la expresión —La España Vacía—, las numerosas elecciones hicieron de ella un caballo de batalla (o un juguete de batalla). Llegaron los derivados, los matices, se abrió camino La España Vaciada...

José Manuel Navia, que retrato a esta España durante décadas, que la estudió, que habló con sus habitantes, ya anunció: «Tengo otra expresión que me parece mucho más real... pero no es comercial, no vende, no va a calar». Era La España Abandonada.

No le faltaba razón. En nada.

Los debates ocupan fechas... pero primero serán las vacaciones. Y las fiestas. Y el champán. Y las campanadas. Y La España Abandonada quedó abandonada. Estaban a otra cosa.

Mientras media España (más bien el 90%) seguía las campanadas en el Reloj de la Puerta del Sol, en directo o por la tele, en el pueblo natal del creador del reloj, el pueblo cabreirés de Iruela, no llegaba a una decena de personas despedían el año, casi todos de la misma familia, los García Rodera, parientes del ex-presidente que creó el Museo del Relojero Losada, llegados desde Madrid «y un par de vecinas del pueblo, bastante ancianas, por cierto». Sueñan en Iruela con que un día se convierta en una costumbre cabreiresa ir a tomar las uvas al pueblo de Losada, de momento se conforman con algo más modesto, como cuenta Isabel García Rodera. «Subimos al campanario, después de las uvas, e hicimos sonar las campanas, a fiesta, en honor de nuestro Relojero Losada, el padre del reloj más famoso del país».

Muy lejos, en tierras cercanas a Palencia, no despidió el año con fiesta, pues tenía más pena que nada que celebrar, Bernardina.

Contaba no hace mucho nuestra compañera Laly del Blanco. Murió su marido, Isaac, al que llamaban «el último habitante de Las Muñecas», aunque realmente no lo era, pues también vivía allí su mujer. Así lo contaba Laly: «Ahora, Bernardina ha desandado el camino y, cuarenta años después, regresó a Ferreras con su perra Miguelina, buscando el amparo de los tres vecinos que quedan, para que el invierno no las encuentre solas en Las Muñecas, no vaya a ser que la nieve pregunte por él y para responder la verdad, tenga que admitir que Isaac se ha ido».

Cuatro habitantes en Ferreras. Imaginen el fiestón.

Solos viven los inviernos en otra montaña, la de Riaño, en el municipio de Burón, Angelina y Antonino, aferrados a su tierra contra toda explicación pues bien podrían irse ya que tienen hijos en León, en Asturias, en Riaño y uno que pasa temporadas con ellos pues sufrió un accidente y... pero ellos, explican, «necesitamos hacer las cosas que hacemos aquí, prender la cocina, picar la leña, ir por ella al monte, dar de comer al perro... lo de toda la vida».

Y sentencian, «si no lo has vivido no vas a entender nada».

Lo de las fiestas, la verdad es que no parece preocuparles mucho, aunque este año el Ayuntamiento quiso dar ambiente navideño, engalanar las calles y esas cosas, aprovechando que por estas fechas algunos regresan o pasan por sus pueblos.

No regresan a Campo (de La Mediana de los Argüellos), donde ya hace muchas décadas que solo ‘resisten’ en invierno Paulino y su familia. «¿Dónde vas a ir? Estamos hechos a esto», dice Paulino cuando baja en moto a hacer la compra o al médico. «¿La Navidad? Esas cosas ya no son para nosotros, si acaso una cena un poco especial, nada...».

En Omaña hay muchos resistentes, muchos pequeños pueblos. Alberto, de Valbueno, cuenta una historia que lo explica mejor que 200 tesis doctorales: «En las fiestas quedamos para jugar una partida de cartas. Para ser cuatro tenemos de reunirnos de tres pueblos».

Se podría seguir mucho más allá de la Cabrera, Omaña, los Argüellos, la montaña de Riaño... se lo aseguro.
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