José Manuel Navia, que retrato a esta España durante décadas, que la estudió, que habló con sus habitantes, ya anunció: «Tengo otra expresión que me parece mucho más real... pero no es comercial, no vende, no va a calar». Era La España Abandonada.
No le faltaba razón. En nada.
Los debates ocupan fechas... pero primero serán las vacaciones. Y las fiestas. Y el champán. Y las campanadas. Y La España Abandonada quedó abandonada. Estaban a otra cosa.

Muy lejos, en tierras cercanas a Palencia, no despidió el año con fiesta, pues tenía más pena que nada que celebrar, Bernardina.
Contaba no hace mucho nuestra compañera Laly del Blanco. Murió su marido, Isaac, al que llamaban «el último habitante de Las Muñecas», aunque realmente no lo era, pues también vivía allí su mujer. Así lo contaba Laly: «Ahora, Bernardina ha desandado el camino y, cuarenta años después, regresó a Ferreras con su perra Miguelina, buscando el amparo de los tres vecinos que quedan, para que el invierno no las encuentre solas en Las Muñecas, no vaya a ser que la nieve pregunte por él y para responder la verdad, tenga que admitir que Isaac se ha ido».
Cuatro habitantes en Ferreras. Imaginen el fiestón.
Solos viven los inviernos en otra montaña, la de Riaño, en el municipio de Burón, Angelina y Antonino, aferrados a su tierra contra toda explicación pues bien podrían irse ya que tienen hijos en León, en Asturias, en Riaño y uno que pasa temporadas con ellos pues sufrió un accidente y... pero ellos, explican, «necesitamos hacer las cosas que hacemos aquí, prender la cocina, picar la leña, ir por ella al monte, dar de comer al perro... lo de toda la vida».
Y sentencian, «si no lo has vivido no vas a entender nada».
Lo de las fiestas, la verdad es que no parece preocuparles mucho, aunque este año el Ayuntamiento quiso dar ambiente navideño, engalanar las calles y esas cosas, aprovechando que por estas fechas algunos regresan o pasan por sus pueblos.
No regresan a Campo (de La Mediana de los Argüellos), donde ya hace muchas décadas que solo ‘resisten’ en invierno Paulino y su familia. «¿Dónde vas a ir? Estamos hechos a esto», dice Paulino cuando baja en moto a hacer la compra o al médico. «¿La Navidad? Esas cosas ya no son para nosotros, si acaso una cena un poco especial, nada...».
En Omaña hay muchos resistentes, muchos pequeños pueblos. Alberto, de Valbueno, cuenta una historia que lo explica mejor que 200 tesis doctorales: «En las fiestas quedamos para jugar una partida de cartas. Para ser cuatro tenemos de reunirnos de tres pueblos».
Se podría seguir mucho más allá de la Cabrera, Omaña, los Argüellos, la montaña de Riaño... se lo aseguro.