La España fotografiada

12/11/2019
 Actualizado a 13/11/2019
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Algún día, seguramente no lejano, se pasará la moda, la tontería y el invento y se nos olvidará la España vaciada, volveremos a dejar solos a esos paisanos que ahora se rascan la cabeza debajo de la gorra cuando escuchan la expresión.

Frente a ellos, ahí al lado, a unos pocos kilómetros está la otra España, la fotografiada, ésa en la que ha crecido la necesidad de hacerle fotos a todo y a todos, de grabarlo todo y a todos, de poner cámaras en todas las esquinas del redondel terráqueo.

Ahora mismo una niña, algunas niñas, han llegado a su casa en la España vaciada y han ido corriendo hasta la fuente, por el agua y por juego, a ver si su barco se ha hundido, a ver si las cabras y vacas de su vecino ya han bebido agua camino del monte, a ver si al fin nieva y se puede hacer una resbalera mientras protesta la vecina como si no hubiera pasado toda la vida.

Ahora mismo, muchas niñas esperan sentadas en cualquier rincón a que un mensaje les diga hacia dónde caminar mientras la cámara de su móvil dispara a todo lo que se mueve.

Ahora mismo una madre se prepara para llevar a la niña a música, yoga, gimnasia o tenis en cualquier lugar lejano porque nada está cerca en la España vaciada, ni la música ni la pediatra, tan solo la fuente quiere ser cómplice de su vida. Y al regreso, el castigo, que se sigue llamando deberes.

Ahora mismo una madre le mete el bocadillo en la mochila a la niña que en la ciudad acude a la escuela de música, a la pista de tenis, a la sala de juegos. Nada está lejos en las ciudades pequeñas.

Maneras de vivir, que decía la canción.
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