La escultura enigmática

Sabes de sobra que no tengo ni idea de arte. Y supongo que sea por eso por lo que no ‘entiendo’ muchas obras –y te prometo que lo intento–, especialmente contemporáneas: algunas de autores como, no sé…, Willem de Koonig, Tracey Emin, Jackson Pollock, Jean Dubuffet, Damien Hirst o Luis Gordillo –por poner algunos ejemplos– tengo que mirarlas con calma, por mucho que cuesten una millonada o las haya visto en el mismísimo MoMA. Pero, en mi descargo, también he de decir que, de un tiempo a esta parte, voy viendo este arte con otros ojos…

En todo caso, que es a lo que iba, no seré yo quien juzgue la calidad de una obra –ni me compete, ni tengo siquiera criterio–; a lo sumo, te podré decir si me gusta más o menos, que es bien distinto…

De lo que no tengo ninguna duda es de que cada obra tiene su propia historia, que cuenta cómo fue concebida, los detalles de su ejecución o qué pasa con ella una vez concluida…; una historia –unas veces más emocionante que otras– que no acaba nunca… mientras alguien se acuerde de esa obra.

Insólita, cuando menos, es la de la enigmática escultura que apareció hace unos días en las inmediaciones de San Marcos, en la capital leonesa: una persona –o eso parece–, sentada y con sus manos sobre las rodillas, realizada de forma esquemática en un material rígido –quizá yeso o papel endurecido–, de color blanco con detalles rojizos; y de algo más de un metro de alto, alrededor de medio de ancho y otro tanto de profundo. Y puesta sobre una ‘peana’ de ladrillo que, en realidad, debe de tener en su interior aparataje eléctrico, y que levanta como metro ochenta del suelo. No sé cuánto durará, pero ayer, desde luego, aún estaba allí… ¿Tú la has visto de cerca?

Lo curioso es que no se sabe nada de ella: ni su autor, ni quién la puso ahí, ni qué simboliza… Sobre esto último, eso sí, circulan distintas hipótesis, desde un extraterrestre hasta una especie de ‘caganer’ como muestra de rechazo a la Junta de Castilla y León. A ver si alguien nos saca de dudas…