La escuela de Canedo vuelve a estar al borde del cierre al perder dos alumnos

De nuevo, la escuela rural de Canedo, que pertenece al CRA de Quilós y al Ayuntamiento de Arganza, vuelve a estar al borde del cierre, como le sucedió el año pasado, y la dirección del centro ha utilizado las redes sociales para poner todos sus esfuerzos en conseguir nuevos alumnos.

Este año perderían dos, porque siguen sus estudios en Cacabelos, ya que acaban la etapa infantil, y se quedan con otros dos, un número que no llegaría para su mantenimiento. Ya el año pasado necesitó un alumno para subsistir y finalmente se salvó de la quema, no así su homólogo en San Juan de la Mata, recuerda el regidor, César Antonio Cabezudo, que asegura que está luchando por atraer a nuevos alumnos para mantener la escuela «lo reivindicamos porque un pueblo sin escuela, se le quita un trozo de vida», dice, pero, por otro lado ve como no hay más niños para poder mantenerlas y eso ha hecho que el municipio tenga tres, la de Arganza con dos aulas, la de Canedo y la de Magaz de Arriba con una, porque el año pasado también perdió una por falta de alumnado.

El regidor confía en que una llamada telefónica en el que se exponía la intención de una familia con dos hijos que podría decidir vivir en Canedo fragüe y pueda aportar esa cantidad vital de cuatro alumnos a la escuela «pero no hay nada en firme y todo está muy en dudas por la situación que estamos pasando en la que las matrículas están paradas y no se sabe qué va a pasar tras la pandemia con los colegios». Si esa familia aportara esos niños, la escuela tendría una supervivencia de entre dos y tres años más, algo por lo que el alcalde intenta luchar haciendo atractiva la oferta, no solo por la vida en el rural, sino también porque se compromete a dar apoyo a los que quieran vivir en la zona «no tenemos viviendas para dejarles, porque teníamos la del secretario en Arganza y se ha utilizado ya, pero podríamos ayudar a encontrar un empleo o en lo que pudieran necesitar», dice. De la mano del CRA asegura que está trabajando para no perder esa escuela, aunque asegura que ha sido un logro poder mantenerla en un pueblo de ochenta vecinos «otras muchas en las mismas circunstancias han cerrado y esta se ha podido mantener».

El mayor temor de Cabezudo es ver dar el cierre a esa escuela «porque cuando una escuela rural cierra es muy difícil recuperarla». Por eso el Ayuntamiento hace todo lo posible «pero no podemos tener niños». Sí mima a los que hay y ha cuidado la continuidad de sus estudios en casa «les hemos puesto internet, les hemos dejado el uso de ordenadores y les hemos imprimido las tareas para que pudieran hacerlas».

En estos momentos se perciben más los baches que se le ponen al rural, sobre todo con las conexiones a internet, aunque Cabezudo asegura que justo antes del confinamiento se conectó la fibra en tres localidades y se informó que, a lo largo de este año, se instalaría en todo el municipio «es un paso adelante que tal vez sirva para que la gente se anime a vivir en los pueblos».

Esa vida en el rural puede que sea una opción a estudiar tras la actual situación de pandemia, que ha conllevado un largo confinamiento que aún está activo, aunque Cabezudo considera que es pronto para saber cómo puede afectar en la población.

Sobre lo que sí abre una reflexión es sobre esa vida en el rural utilizando los servicios propios, como las escuelas. Reconoce que muchos vecinos trasladan a sus hijos a otros centros «y están en todo su derecho de hacerlo, pero eso hace que los que tengan en el pueblo se tengan que ir cerrando», explica con las esperanzas puestas en que este nuevo curso, las tres escuelas con las que cuenta el municipio sigan.