La escritura sin obligación

Sara R. Gallardo vive su comarca berciana como «ese lugar donde siempre me siento acogida por mi poesía», donde se la ha tenido en cuenta y escuchado con atención desde que comenzó su trayectoria literaria

Mercedes G. Rojo
16/06/2020
 Actualizado a 16/06/2020
La poeta y escritora Sara.R. Gallardo.
La poeta y escritora Sara.R. Gallardo.
«El trabajo artístico, por muy personal o emocional que sea, debe ser dignificado como trabajo profesional y ser pagado como tal». (Sara  R. Gallardo. Escritora)

Nos acercamos hoy a una de las voces poéticas que, desde las tierras bercianas, han transcendido ya al panorama nacional. Hablamos de Sara R. Gallardo (Ponferrada, 1989), hoy profesora en la Universidad Carlos III de Madrid, tras haberse titulado en Periodismo en la de Valladolid y completar su periplo formativo en Potsdam, Berlín y Madrid, en este último caso para realizar un master sobre  Teoría y Crítica de la Cultura, culminado con  una tesina sobre la «subjetividad y los significantes de la autonovela familiar contemporánea».

Conocida por su faceta de poeta (es autora de los poemarios ‘Epidermia’ (2011), ‘Berlín no se acaba en un círculo’ (2014) y ‘ex vivo’ (2020), además de la obra publicada en diversos fanzines, revistas y antologías), reconoce que ha acabado publicando poesía casi por casualidad, pues en sus orígenes ha escrito «todo tipo de géneros desde bastante pequeña»; quizá de ahí le venga esa multiplicidad profesional entre el periodismo y la crítica literaria, caminos tan diferentes a los poéticos. De su proceso creativo nos cuenta: «en el momento en que conocí a Ana Santos (mi primera editora) renegaba de lo que había escrito bajo la categoría «poesía», porque justamente en aquel entonces estaba leyendo y aprendiendo mucho sobre poesía contemporánea y me parecía que lo que había escrito nacía de la ignorancia y no tenía el mayor interés. Ahora me ocurre un poco al revés, después de estar cinco años investigando sobre narrativa, me resultaría muchísimo más complicado enfrentarme a la escritura de un relato o a una novela. Creo que tienen metodologías de trabajo distintas y cualquiera de ellos requiere un aprendizaje particular».

Esto nos habla del grado de exigencia al que ella misma se somete en su proceso creador, dentro del que reconoce estar en un momento en el  que  «lo que necesito por encima de todo es descansar y leer lo que me apetezca, aparcar las lecturas de la tesis y centrarme en disfrutar. Si tiene que surgir algo que escribir, no lo voy a forzar». Dice haber aprendido con la edad una lección muy importante: «no percibir mi escritura como una obligación».  Con ello parece haberse liberado de la inquietud y el sufrimiento de cuando era más joven, al no poder escribir en un momento dado, una circunstancia que cree provocada por el momento que se está viviendo también en literatura, y sobre el que reflexiona: «Sentir la obligación, como les ocurre a los escritores que más venden, de publicar cada poco tiempo, de producir contenido, de conseguir muchos likes... (…) es un error en el caemos por incluir el neoliberalismo dentro de nuestra labor, que va mucho más de indagar que de exponer».

Obligada como tantos otros jóvenes a buscar su futuro fuera de su propia tierra a «verla desde lejos con impotencia», Sara R. Gallardo vive su comarca berciana como ese «lugar donde siempre me siento acogida por mi poesía», donde –lejos del dicho «nadie es profeta en su tierra»– se la ha tenido en cuenta y escuchado con atención desde que comenzó su trayectoria literaria, motivo por el que se siente profundamente agradecida, así como a otros puntos como León mismo, que también se han acordado de ella.

Hablamos de reconocimientos literarios y de la presencia femenina en este ancho y arduo camino de la literatura. En el primer caso tiene claro que «el reconocimiento público va por un camino y el trabajo artístico o literario va por otro», aunque ambos aspectos puedan llegar a confluir; y  dice que  «los premios o la visibilidad responden a unos mecanismos de poder que son similares a los de cualquier otro ámbito menos creativo».  Sobre la presencia de la mujer en este territorio de lo literario, ¿cómo no aportar la mitad de todo si es lo que somos en el mundo?, afirma. Pero es complejo;  reconoce que en el campo que investiga  «la presencia de las mujeres (…) está en torno al 30-40% frente al 60-70% de los hombres»; en cuanto a publicaciones porque  «las cifras son todavía más sangrantes» en cuanto a premios o a quienes mandan. Ahí «las mujeres prácticamente brillan por su ausencia». Y advierte: «no debemos olvidar que la literatura es un negocio, con sus particularidades y su alcance, pero un negocio. Por muchos ámbitos concretos en los que nos fijemos, mientras el sistema no cambie estructuralmente, solo intentamos pisar el acelerador con el freno de mano puesto», en un camino lleno de obstáculos –añado yo– a tenor de los comentarios que a menudo llenan las redes y el panorama social.

Para terminar me gustaría hacerlo con un fragmento de su poema ‘El bote de sal’, donde habla de soledades y partidas y que podemos encontrar en su blog http://retalesdetormenta.blogspot.com/ :

«(…)Dejaré el bote de sal a punto de acabarse/
porque su valor es tan pequeño que nunca sabrás/
que en él dejo el mensaje/
y lo vierto./
Sal de piel que dejé aquí/
que hoy puede ser polvo/
o puede ser virutas de tronco en los engarces/
de los muebles de Ikea que montamos en invierno (…)»
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