19/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Ahora que daba por sentado que los políticos sólo eran útiles para provocarnos dolores de cabeza, resulta que han aportado algo bueno a la sociedad y han logrado recuperar el ya casi extinto género epistolar, algo realmente positivo a pesar de que solo lo hayan hecho para no tener la obligación de verse cara a cara. Así que esta semana deseo hacer una aportación a esta loable iniciativa.

Señores políticos: Estimados gestores de la cosa pública:

Por la presente, les invito a que se vayan ustedes al guano. Y por favor, quédense allí para siempre. O al menos tarden en volver. Dejen de reírse de los españoles que cada día madrugan y trabajan para poder cumplir sus obligaciones como ciudadanos y pagar los impuestos que a ustedes les sirven para posar sus traseros sobre sillones tapizados.

Cumplan también sus obligaciones. Todos, pero especialmente usted, señor presidente aviador, que para eso se impuso en las ya caducas elecciones del mes de abril. Ponga de una santa vez los pies en la tierra y percátese de que los demás partidos no tienen por qué postrarse a sus pies. Se cree Simba, pero no lo es, porque si lo fuese, tendría mayoría absoluta.

Los españoles le hicieron salir victorioso, pero también le dieron la orden de entenderse con otros partidos. No es sencillo, lo admito. Y menos en un país como el nuestro, pero usted ha ignorado directamente esa obligación. ¿Cree que a nuestro Mañueco le gusta la incómoda china en el zapato que le supone Igea como segundo de a bordo? Casi seguro que no, pero los ciudadanos mandan y los números cantan. Usted no tendría que haber provocado que los españoles resuelvan en noviembre un problema que era suyo. O por lo menos tendría que haber intentado resolverlo en vez de dejar la última fase de la negociación con coleta morada en manos de un equipo de inánimes. No sé cómo les irá en noviembre a usted, a coleta morada y a gaviota azul (ninguno está exento de culpa), pero quizá salgan mejor parados que el bailabotes naranja, que después de semanas ausente perdió en solo tres minutos la escasa credibilidad que le quedaba. Aun así, les deseo suerte, porque su suerte será la de todos.

Reciban un cordial saludo. Un abrazo.
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