estefania-chamorro-28718.jpg

La enfermedad invisible

04/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
En este país tenemos una gran lacra; las enfermedades invisibles. Y no me refiero a las personas que las padecen o la sintomatología en sí, sino a la falta de financiación para investigarlas. Cualquier enfermedad que no cuente con un número alto de pacientes tiene altas posibilidades de caer en saco roto. Porque no interesa. Porque laboratorios y farmacéuticos no ganarían suficiente dinero con ello y por eso no se investiga. No tengo ni que recordar que los estudios en las universidades a menudo cuentan con un presupuesto raquítico e insuficiente.

Y en esas estamos con patologías como la Fibromialgia. Nuestra Seguridad Social no la reconoce y nuestro sistema sanitario no tiene un tratamiento definitivo para terminar con ella pese a que fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud en 1993. La Fibromialgia no distingue de edades o sexos, quienes la padecen dicen sufrir un intenso dolor que les impide realizar tareas tan básicas como fregar los platos o caminar. Sus secuelas son difíciles de demostrar empíricamente, es como un ente que arrasa allá por dónde va pero que no se puede medir o tocar. Tiene un carácter crónico y va de la mano con la hipersensibilidad. Todo esto, junto con otros síntomas, lo harían candidato a ser una de las enfermedades más reconocidas por la Seguridad Social. Pero la respuesta de este organismo es que «el dolor es subjetivo». Mientras tanto, cientos de españoles sufren una enfermedad que termina por destrozarles, física y mentalmente, sin que se financien investigaciones y sin que se reconozca la Fibromialgia como algo merecedor de obtener una incapacidad permanente absoluta. No podremos hablar de una Estado de Derecho completo hasta que se deje de discriminar a las personas solo porque sus enfermedades no sean lo suficientemente rentables o porque no puedan verse a simple vista. Los mayores males a veces pasan desapercibidos.
Lo más leído