Secundino Llorente

La educación es una cuestión de Estado al margen de vaivenes políticos

26/08/2021
 Actualizado a 26/08/2021
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Es curioso. De educación los más prudentes en sus comentarios son los profesores. De este tema todo el mundo se cree capaz de opinar, o mejor, criticar. No es normal oír valoraciones u objeciones sobre la operación de un cirujano, sobre la construcción de un arquitecto, sobre el aterrizaje de un piloto o sobre la pequeña chapuza de un fontanero. Pero de educación todos están convencidos de ser expertos y hasta se arriesgan a opinar sobre metodología. Es increíble la rotundidad con la que se sentencian o diagnostican los problemas educativos de un niño. Los profesionales de la educación son más prudentes porque saben que no hay guías absolutas para orientar. La cantidad de variables es enorme y dinámica. La crítica más fuerte al profesorado suele ser en el momento de la evaluación. Es difícil decidir una calificación y casi siempre puede ser criticable. Antes de fijar una nota se reflexiona, se comparten las opiniones y experiencias, y se decide aproximadamente porque nunca encontramos una ley universal, tratándose de personas. Por supuesto es imposible que una sola opinión, por versada que sea, decida qué es mejor para todos, y mucho menos la opinión de barra de bar. Estoy de acuerdo en que la educación esté en boca de todos porque es importante que la sociedad se implique en algo que le interesa. Pero hay cuestiones, como la calidad educativa, sobre las que no se puede opinar con total ligereza y frivolidad. Frases como: «La escuela ya no es lo que era» o «la escuela pública o privada es un desastre». Son afirmaciones contundentes como si fueran expertos del tema. ¡Qué fácil y arriesgado es hablar a la ligera de algo tan complicado como la calidad educativa!

El profesorado tiene gran parte de la responsabilidad. La voz de los docentes en este tema o no existe o, al menos, es muy escasa y eso explica el desprestigio social que esta profesión está atravesando. Mientras la gente opina, los profesores se callan. Sería importante que los docentes presumiéramos de manera pública sobre temas educativos y de nuestros éxitos, aunque sólo sea para que los demás se encuentren con algo para contrastar.

¿Por qué se calla el profesorado? No creo que lo hagan por pasotismo sino por su constante afán por evitar problemas o conciliar. Pero ese silencio nos deja fuera de juego cuando se habla de educación y se nos acusa de ser los responsables de todo lo malo: escasa formación, excesivo absentismo, poca dedicación o insuficiente ‘vocación’.

Creo que ha llegado el momento de saltar a la palestra y dar la cara. Necesitamos recuperar los espacios de opinión y comenzar a hablar de la realidad en la que trabajamos: ¿Cómo es nuestro trabajo? ¿cómo es nuestra vida como profesores y como personas? Tenemos que presumir de nuestra profesión y nuestros éxitos. Y también debemos poner sobre la mesa nuestros problemas, nuestras carencias y nuestras necesidades. Tenemos que poner fin a esta acusación: «los que más saben de educación son los que se callan».

Es verdad que de educación son muchos los que creen saberlo todo y se atreven a dar opiniones sin sonrojarse. Si tuviéramos que elegir una persona con autoridad suficiente para hablar de educación, yo buscaría al que haya tenido en sus manos el sistema educativo más eficaz del mundo. Reijo Laukkanen ha sido consejero de la Junta de Educación de Finlandia, el país más brillante en materia educativa según los informes internacionales de calidad de los sistemas educativos, como el popular PISA. Para este señor las claves del éxito educativo son los profesores y hacer de la educación una cuestión de Estado al margen de vaivenes políticos.

Todos creen saber de educación, pero Reijo Laukkanen nos da las claves que han llevado a su país a lograr la excelencia. Su primera premisa se basa en el profesorado. «El éxito en la educación depende de los profesores<. Los profesores fueron el curso pasado los artífices de un éxito de organización sin precedentes, los valientes sufridores que soportaron en primera línea de fuego todas las dificultades de la pandemia y eso a pesar de que ellos eran los que más riesgo corrían. Me temo que ningún gobernante se preocupó por maestros y profesores al decidir que no se cerrasen los centros. ¡Pobres profesores! ¡vaya curso habéis pasado! Tampoco he visto los aplausos del público en los balcones, y mira que los merecisteis. Profesores, estad seguros de que tenéis todo nuestro apoyo y nuestra consideración. Habéis sido, junto con los sanitarios, los héroes de esta guerra contra el virus. Muchas gracias, compañeros profesores. Vosotros sí que sabéis de educación y lo demostráis, ‘sin cacarearlo’, simplemente con vuestro ejemplo.

Su segunda premisa coincide con el gran deseo de toda la familia educativa española: «El ansiado pacto educativo». Reijo Laukkanen opina que cuando hay que hacer cambios sobre Educación se debe abrir un largo debate, basándose en hechos contrastados. Si se hacen las reformas sin contar con los agentes implicados, esa innovación va a ser una ruina. La cultura política en materia de educación tiene que ser de compromisos. Cuando entra un nuevo gobierno ha de tener en cuenta lo que ha hecho el anterior. Él cree que para Finlandia ha sido importante que cada Ejecutivo ha seguido la trayectoria del anterior, no ha cambiado sus políticas. No es una buena política que cada Ejecutivo cambie las leyes de Educación anteriores, como ocurre en España. Debería haber un gran debate en el país sobre qué se quiere conseguir con la Educación y que después, Gobierno tras Gobierno, sigan el mismo camino. ¿Será tan difícil esto? En España parece que sí. Yo diría que en el ‘puzle’ autonómico español este pacto es imposible. ¡Así nos va! Lo que dicen los que realmente saben de educación es que la clave está en ponernos de acuerdo en este tema, porque «la educación es una cuestión de Estado al margen de vaivenes políticos».
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