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La duda razonable

22/07/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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Cómo no vamos a pensar que esto de la Justicia es un cachondeo si pega unos vaivenes que no hay quien entienda nada... A los que no somos expertos en asuntos de tribunales nos cuesta comprender lo que está pasando con el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco. Desde aquel lunes 12 de mayo de 2014 que muchos no hemos acabado de asimilar, no me digan que el caso no parece un guión malo de una película de sobremesa...

Vamos de sorpresa en sorpresa, hagan memoria: el policía jubilado que no fue capaz de reconocer su propia voz y pasó de héroe a todo lo contrario, el abogado que desaparece misteriosamente el día clave para su clienta, el durísimo veredicto del jurado popular, las correcciones en la sentencia del magistrado...Y en varios de estos episodios, la ‘protagonista’ es Raquel Gago, esa mujer que «no destacaba por nada» y que se dijo víctima de un sinfín de casualidades el día del crimen...

En León, también en esto, hay dos bandos: los que están en contra de la policía local condenada y los que están a favor. Es difícil encontrar a alguien que no crea saberlo todo y que no defienda sus argumentos para condenar/liberar a esta mujer que sin duda está pasando los dos años más terribles de su vida... En apenas cuatro meses ha estado condenada por asesinato, por atentado y por tenencia ilícita de armas, primero; por encubridora y por tenencia de armas, después. Y el TSJCyL dice ahora que fue cómplice y que ir 12 años a prisión, pero la mantiene en libertad... ¿por qué? ¿porque duda?

Uno se pregunta: tanto cambio de opinión, tantas variaciones en la sentencia, ¿no implican que hay demasiadas dudas? ¿Se puede condenar a alguien cuando hay tantas incógnitas? Lo de impartir justicia, ¿no iba de probar la culpabilidad del acusado? La acumulación de indicios es suficiente para condenar al reo, bien, pero aun así no parece estar claro que estos indicios hayan probado nada.

‘Sólo’ se trata de DEMOSTRAR si Raquel Gago es culpable más allá de toda duda razonable. ¿Lo es? Durante el juicio, ¿logró la Fiscalía probar hechos y convencer al jurado de la culpabilidad de la acusada? El Supremo tiene ahora la última palabra... una decisión que debe ajustarse a las leyes, no a posibilidades.
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