La 'doble piel' del minero que inspira a Julio López

Fabero cierra su segundo taller artístico Cian-m con el ilustre escultor madrileño y da paso al programa de becas homónimo con el que ocho alumnos convivirán con el carbón y patrimonio industrial como musas

Diana Martínez
30/07/2016
 Actualizado a 15/09/2019
El ilustre escultor Julio López Hernández en una de sus clases magistrales en Fabero.
El ilustre escultor Julio López Hernández en una de sus clases magistrales en Fabero.
Y estás modelando el barro y viene Julio, el maestro, el ídolo y te pone la mano sobre el hombro y tu piensas que estás como en un sueño», relata con emoción una alumna.Julio López Hernández, el célebre escultor madrileño,pasea entre los caballetes y los atriles, gira la cabeza para ver como va un bajorrelieve de uno de los participantes en el taller artístico Cian-m de Fabero. Le sobra un poco de barro a uno de los muslos de la figura. Hay que rebajarlo.

Cerca, Tomás Bañuelos se acerca al busto que moldea otra alumna y sus manos bailan con una indescriptible agilidad y destreza y reafirman una obra de arte que quizá necesitaba alguna corrección.

Julio López Hernández ha llegado a Fabero precisamente de la mano de Tomás Bañuelos, el artista faberense, vicedecano de Estudiantes y Salidas Profesionales de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, que es el ‘alma mater’ de este proyecto artístico de lujo para su villa natal. Un proyecto que ha supuesto el privilegio de acercar a Fabero al ilustre maestro del hiperrealismo, el pintor Antonio López la pasada semana, que ha dado el relevo durante estos últimos días a su «compañero de sueñose inquietudes» Julio López Hernández, tal y como describe este último.

Fabero puede presumir desde ahora de haber sido un enclave capaz de fascinar a dos genios. La vista de la villa y su entorno al girar en la curva de ‘El Cangalón’ impactó a Antonio López . Y las huellas de la mina han cautivado a su colega Julio López, que se lleva de Fabero, entre muchas otras cosas,una imagen «cautivadora, fascinante» la de las fundas de las mineras colgadas de los techos de las instalaciones mineras, secando para el día siguiente. «Me ha parecido una imagen maravillosa, una metáfora increíble. Su funda allí colgada para el trabajo del día siguiente, la segunda piel del hombre para su trabajo, además, claro, en sí mismo el trabajo efectivo de la mina, siempre headmirado esa condición del hombre, eso es lo que de aquí me llevo».

Ayer terminó el taller para los alumnos que han compartido esta enriquecedora experiencia formativa de primer nivel con el artista, con una sesión de puertas abiertas para que el público de Fabero pudiera disfrutar de los trabajos que se han realizado y para que vecinos y visitantes pudieran compartir tertulias e inquietudes con el escultor. Este tipo de talleres, suponen para Julio López «una oportunidad que compensa porque te permite hablar para gente que realmente quiere escucharte, sin los límites de las enseñanzas regladas en las que muchas veces todo el mundo está por obligación», ya que los artistas, reconoce, no llevan muy bien eso de los límites.
Y pese a que con el nivel del cartel artístico de este año en los talleres, difícil de superar, Tomás Bañuelos no quiere poner tampoco límites al proyecto Cian-m de Fabero. Así, ya moldea en su mente como darle continuidad el próximo año. Su deseo es engrandecer en el tiempo este ya gran proyecto cultural que comenzó el verano pasado con un programa de becas para universitarios de Bellas Artes y que este año se ha colocado en primera línea al conseguir implicar a dos de las referencias más destacadas de las artes a nivel nacional hoy en día. «Que se vaya convirtiendo poco a poco en un mini campus, que el pueblo se implique en poner en valor lo que tiene».

No hace falta aparentar, no hace falta convertir un lugar de aspecto abandonado en un parque temático para «un turismo sólo de consumo», dice, «No somos un pueblo bucólico, pero tenemos cosas de mucho valor y hay que saber aprovecharlas. Me van a odiar, pero no entiendo que haya que pintar de colores estridentes las casas del poblado de Diego Pérez, lo que deberíamos es cuidarnos y respetarnos tal y como somos». Cree que en Fabero hay mucho de eso. De gente que se respeta y que se quiere, comprometida con sus valores, con su trabajo, con su huerta, con su familia. Comprometidos con su obra como lo están los artistas que han llegado a Fabero. «Es por eso por lo que he querido traer a gente como Antonio o Julio, no por su repercusión y su fama si no por su compromiso». En saber mover la cultura, explica, reside el futuro de un territorio en crisis como es la comarca del Bierzo. Pero para eso «no es necesario solamente construir edificios que luego sea imposible mantener y calentar». Que la gente apoye, que las instituciones se comprometan... «podríamos ser autónomos, pero sería estupendo que la Junta de Castilla y León prestara atención a este proyecto que le da a Fabero mucho más de lo que pueda costar. Los recortes a la cultura y al arte «los vamos a pagar caro como lo han pagado Francia o Bélgica», resume Tomás Bañuelos.

Para muchos faberenses, Tomás ‘el escultor’, es una referencia y un motor para el pueblo. Su taller, en el polígono de Fabero, es todo un museo en sí mismo, allí se encuentran todas las obras escultóricas que Tomás Bañuelos tiene en el Bierzo. Porque tras más de 40 años de trayectoria, el Bierzo, más allá del busto a Eloy Terrón en Fabero, aún no exhibe en ninguna de sus plazas o calles una escultura suya, como sí lo hacen varias ciudades de España yLondres, Quito, Bogotá o Córdoba (Argentina).
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