"La dificultad que tiene Bierzo es que no hay viticultores"

Álvaro Maestro, Director técnico de la bodega vallisoletana Emilio Moro

Mar Iglesias
21/08/2017
 Actualizado a 12/09/2019
Maestro en una visita a Ponferrada antesala de la cata de Villar de los Mundos. | MAR IGLESIAS
Maestro en una visita a Ponferrada antesala de la cata de Villar de los Mundos. | MAR IGLESIAS
De los tintos a los blancos pasando por el tamiz de un Bierzo que le enamoró desde un primer flechazo fue el camino que recorrió la bodega Emilio Moro para dar a luz a un godello que aún está germinando en sus bodegas. No hay fecha para conocerlo y sí mucho mimo después de una nueva marca que lo que tiene es nombre, Rebelía, cogiendo el de una de las fincas que lo pare.
Y porque el godello le enamoró y también el paisaje, la bodega de la D.O. Ribera de Duero ha querido iniciar su hermanamiento con la comarca participando en la cata de la quinta edición del Festival Villar de los Mundos, que este año pone sobre la mesa cinco de los 11 vinos bautizados por Emilio Moro (3) y Cepa 21 (2), la vertiente más arriesgada y creativa de la firma. Será el día 27 en el Palacio de Las Burillas a partir de las 21:30 y con un precio de 25 euros.
Es su mirada al Bierzo, su guiño a una zona que el director técnico de la bodega vallisoletana, Álvaro Maestro, ve con mucho potencial.

– ¿Considera positivo ese traslado de vinos de Ribera del Duero a Bierzo?
– Creo que sí. Igual que fue positivo cuando comenzamos a probar los godellos de esta zona.
Fue la pieza que completaba lo que queremos hacer en el mundo del vino. Creo que puede ser algo muy interesante. Seguramente haya mucha gente que conozca la bodega y otros que no, por eso vamos hacer una cata divertida y amena, no muy técnica y le pondremos toda nuestra pasión.

– ¿Desde cuándo llevan trabajando el godello berciano?
– Elaboramos el primer año en 2016, pero fue a modo de prueba. Sería muy presuntuoso pensar que lo primero que hacíamos iba a estar bien.
Hemos ido modificando parámetros y seleccionando. Nos han quedado muy poquitos litros, que se embotellarán la próxima semana y veremos si cumple nuestras expectativas.
Tiene que evolucionar y si llega a buen puerto se sacará. Serán unas 5.000 botellas de este vino que se llamará Rebelía, por una de las fincas.
Pero además nos gustó ese nombre porque suena a rebeldía, a revolución, que es lo que parece significar para una bodega que siempre ha hecho tintos y que ahora se pasa al godello.

– ¿Por qué conquista un godello berciano fuera, cuando el marchamo comarcal es la mencía?
– Venimos del mundo del tinto y lo que nos llamaba la atención para hacer proyectos nuevos era esta variedad. Los propietarios me preguntaron por esta variedad y enseguida supe que íbamos a hacer godellos. Nos enamoramos todos de la variedad y dentro de ella conocimos el Bierzo y aquí es muy fácil quedarse encantado con el paraje natural y cultural de la zona.

– ¿Qué opina del vino berciano?
– Es superinteresante. El Bierzo a nivel climático tiene unas características que le hacen muy peculiar. Si nos fijamos en las D.O. son muchas y los suelos son muy diferentes a lo que hacemos nosotros con el tinto. Eso también nos resulta muy interesante y un reto. Allí, en Ribera del Duero, los suelos son bastante básicos y aquí son ácidos, algo que para lo que nosotros estamos acostumbrados es bastante raro. Aquí se hacen grandes vinos de mencía y también de godello y nosotros queremos participar de lo que estamos seguros que va a ser una revolución dentro del Bierzo. Ya lo es hoy y va a ir a más. Vemos muchas posibilidades a la tierra y a los vinos.

– ¿Y qué cree que se necesita para ir a más en esta zona?
– Desde el conocimiento superficial que tengo del Bierzo, creo que lo primero es creer en uno mismo. Lo primero que hay que tener claro es que lo tuyo, no es que sea lo mejor, pero es muy bueno y sí es lo mejor que puedes hacer en tu tierra y , a partir de ahí, poner en valor todo lo que haces. La dificultad que tiene Bierzo es que no hay viticultores. La gente no se puede dedicar en exclusiva a la viticultura porque los rendimientos económicos que te puede dar una viña no son suficientes para vivir y eso hace que el trabajo no se haga con toda la dedicación que se debería. Eso hace que la uva se pague a un precio muy irregular y es una pescadilla que se muerde la cola. En el momento que haya vinos de calidad que salgan al mercado eso tirará para arriba, porque el potencial real está en los vinos de la gama media alta. El Bierzo lo tiene todo y solo hace falta ese pequeño paso, que la gente se lo crea. No sé si en cinco o en 20 años, pero eso llegará. El godello va a ser una herramienta fundamental para ese salto hacia adelante.

– ¿Qué fue lo que les enamoró del godello berciano?
– Su personalidad. Es una variedad que en vinos blancos es muy llamativa y sobre todo tiene una capacidad de envejecimiento muy alta. Venimos de los tintos, que tienen su desarrollo en botella y nos sorprendió lo que crecía el godello al envejecer. Es una variedad que no está muy extendida y tiene mucho potencial.

– ¿La Rebelía que nos va a aportar?
– Queremos que sea un vino representativo del godelllo. Se va a hacer desde el respeto a la variedad y a la zona de la que venimos. Los primeros años venimos a aprender y cuando saquemos el vino será porque estamos seguros de que va a estar a la altura. Tenemos la fecha de embotellado ya pero tenemos que ver cómo va a evolucionar y conocerlo. Tenemos que estar seguros de cómo se comporta en botella.

– Es el primer proyecto en el Bierzo, ¿abre puertas a otros?
– Ahora mismo no, pero conociendo a la familia Moro es posible que en un futuro sí. Llevo trabajando para ellos 12 años y con cada vino veo la misma ilusión y creo que en cinco o diez años podamos hacer algún mencía aquí.

– Al Bierzo ¿le queda mucho por caminar?
– Hoy los costes de producción de la viña no sirven para que haya viticultores profesionales. Esa va a ser la clave y creo que estamos a punto de dar el paso.

– ¿La zonificación, con los vinos de villa va a ser clave también para el crecimiento de la D.O.?
– Cuando sales fuera, puede que cueste más, pero a nivel nacional puede ser interesante para darle un poco más de distinción. En otras D.O. ha funcionado y puede tener su aspecto positivo para darle un valor añadido a la zona.

– Lo que sí que parece que le viene bien al vino es que está de moda ¿o no lo está?
– Sí está de moda. Antes el vino era un alimento más, después estuvo un poco denostado y ahora está de moda, pero el de valor añadido importante, que es en el que somos buenos en España. Somos el país con más viñedo plantado y para nosotros esa es muy buena noticia, porque somos una potencia mundial y de eso podemos presumir.

– Se habla de atraer al consumidor joven, algo que parece que está costando ¿qué fórmula podría ser la adecuada para hacerse con ese cliente, con catas técnicas?
– Yo con las catas técnicas tendría mucho cuidado. Mi experiencia es que cuando hay mucho lenguaje alrededor del vino, se genera una frase a la que no me acostumbro, que alguien diga que no le gusta el vino porque no entiende de vino. Es como que te digan que no les gusta el marisco porque no entienden de él. El vino tiene que gustarte o no, eso es lo importante. Los técnicos ya trabajamos el resto. Luego, si les gusta y quieren aprender más, el mundo del vino es apasionante, pero muchas veces ese lenguaje de catas enrevesado, yo creo que separa a la gente. Tienes que hacer catas sí, pero sabiendo a quién las diriges. Desde Emilio Moro lo que han hecho es trabajar desde la pasión. Todos los vinos que hacemos cuentan una historia particular y, al final, lo que persigue es que se disfrute de un vino y para eso no hace falta desgranar todos los aromas. El vino debe ser un conjunto de cosas agradables, pero tiene la grandeza de que es muy complejo y si quieres luego te puedes complicar lo que quieras. De inicio, debes hacerlo sencillo. En relación calidad precio tenemos mucho que ofrecer y en cuanto dominemos el marketing como lo hacen los italianos y los franceses, eso va a ser la bomba. La materia prima la tenemos, en cuanto demos con la técnica comercial, será clave.

– ¿Hay futuro en el sector ?
– Sí. Fue uno de los sectores que mejor ha sabido capear la crisis y es un producto muy ligado a la tierra y a su gente. Por eso tiene sentido en su propio lugar.

– ¿El vino y el enoturismo entonces deberían ir siempre unidos?
– Creo que sí por la sencilla razón de que si a alguien no le gusta el vino difícilmente se va a sentir atraído de la zona en la que se produce. Pero tenemos ejemplos en otros países en los que el enoturismo da mucho y eso, poco a poco, irá llegando. Yo en Duero me sorprendo de los turistas que llegan. Cada vez hay más iniciativas y se están dando pasos y cada vez va a tener más peso.
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