15/12/2020
 Actualizado a 15/12/2020
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A principios de este año, quién nos iba a decir que estaríamos viviendo en un estado de alarma continuo debido a una pandemia, quizás los que vieron la serie ‘La Valla’ pudieron certificar en su sipnosis distópica como uno puede sentirse más que vulnerable para acomodarse y adaptarse a una realidad extraordinariamente inquietante. Vivir bajo el mando de la obediencia, con el toque de queda como un método más en nuestras vidas, el no poder viajar o no poder reunirse ni abrazarse ni besarse ha sido el destino común de los habitantes de todo el planeta. Estamos sometidos a unas normas que muchas de nuestras generaciones nunca habíamos vivido, dábamos por bueno que la democracia es un don innato y que nadie puede acabar con ella. Pues no, los partidos políticos acostumbrados a trabajar para una élite muy señalada, se encuentran hoy preocupados por el alza de lo que se denomina populismo, que lo único que busca es la formula de actuar intentando causar el caos y la desconfianza absoluta para derribar los pilares democráticos. Meten el miedo en las personas, distorsionando la falta de seguridad o el temor a que nos estén invadiendo para quitarnos el trabajo o inyectándonos el virus maldito. Se ofrecen para ayudarnos, achacando la incompetencia de nuestros líderes actuales y aprovechándose de la falta de interés por la política de una gran mayoría. A su vez, necesitan volver a ver a las mujeres fuera del feminismo, por poner en peligro real la composición y la destrucción de la familia tradicional, al igual que precisan defender los valores patrióticos como símbolo de pureza de la raza para sentirse fuerte dentro de las fronteras políticas, intentando derribar culturas, tradiciones e identidades históricas. El peligro de destrucción o perversión de la democracia es más que real, el populismo emergente trata de convencer que la libertad individual se está perdiendo a favor de normas colectivas que nos impiden actuar libremente y que son causa manifiesta de una política dictatorial, pero para nada les preocupa atajar la pandemia y sus consecuencias económicas, su máxima es sembrar el desconcierto. Es importante ponerse de frente y salvar la democracia, aunque tengamos que dar un tirón de orejas a los líderes que nos gobiernan, indicándoles el camino del reparto solidario de los recursos económicos y la atención que trate por igual y en favor de los territorios más desfavorecidos, como es el caso de la Región Leonesa.
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