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La de ‘ansiosos a bordo’

06/05/2019
 Actualizado a 08/09/2019
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Querido paisano: si no le hacegracia moverse en transporte público y tiene previsto ir a Madrid en su coche, como es lógico y normal, piénselo antes dos veces. Sobre todo si no tiene la pegatina conocida como ‘distintivo ambiental’, que deberá conseguir antes de ponerse en camino hacia la capital –suponiendo que su coche entre en el rango de vehículos con derecho a sello– si no quiere que los asalariados del gobierno de la señora Carmena le envíen a su casa de León unos días después del viaje una cartita pidiéndole dinero por ir a la Villa a echar humo.

Un humo que parece ser que contamina más que las fábricas que trabajan de aquella manera o las chimeneas de los pisos antiguos del centro de Madrid, de las que nadie dice nada. O un humo que se disipa en el ambiente con mayor facilidad cuando has pagado cinco euros por una simple pegatina para pegarla en el parabrisas sólo por evitar la multa y que recuerda a las bolsas de plástico de los supermercados, que si te las regalan son malísimas y hay que gastar pocas porque contaminan mucho, pero si las pagas a cinco céntimos ya nadie se acuerda de lo que perjudican al medio ambiente.

Podría contarle aquí los avatares que uno sufrió hace unos días para hacerse con la famosa pegatina, más difícil de conseguir que las conmemorativas que hace Ferrari, por un imprevisible viaje a Madrid, al centro más céntrico donde no tardando y si no cambia el color del ayuntamiento habrá que ir andando o en esos patinetes eléctricos que tanto le gustan a los ecologistas. Pero si usted se ve en la necesidad de etiquetar su coche y aún no tiene el cromo circular del color que le corresponda según las emisiones, ya sufrirá las colas de Correos y las listas de espera hasta hacerse con el distintivo.

Lo que sí le voy a contar es la reacción para enmarcar de un convecino cuando le conté que ahora para entrar en el centro de Madrid con el coche hace falta pegar la etiqueta: «nosotros tendríamos que hacerles lo mismo cuando vengan al pueblo y marchan cargados de cecina, chorizo, huevos, magdalenas, pimientos, un pollo de corral y lo que pillan en la huerta y de la matanza; una pegatina que diga ‘ansiosos a bordo’; y de un color variable según el talante a la hora de apañar».
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