La cuesta de Olleros de Alba

Cualquier momento es bueno para ‘perderse’ por algún rincón de nuestra tierra que, por unos motivos u otros, nunca deja de sorprender. Hace ya algún tiempo, en una escapada por la Montaña Central, aproveché para hacer parada en Olleros de Alba, un pueblín a unos treinta kilómetros –poco más– de la capital leonesa, en la carretera que va de La Robla –municipio al que pertenece– a La Magdalena.

En algún sitio había leído, o alguien me había contado, que allí había un lugar, a la altura de la ermita de Entresierra, en el que, siendo cuesta arriba, si ponías el coche en punto muerto, subía… Y, la verdad, me llamó la atención… Y, oye, por qué no comprobarlo por uno mismo, ¿no? Explicaciones, parece ser, las había de todo tipo, incluidos fenómenos paranormales o algún tipo de influencia milagrosa de la propia ermita…

Llegado a Olleros de Alba, y tras pasear por el pueblo y preguntar por el asunto en cuestión a un par de vecinos con los que me crucé –sin que me dijeran gran cosa, la verdad, más allá de lo que ya sabía–, me dirigí, ya en coche, hacia la ermita, que se encuentra a las afueras. Y, en un momento dado, después de una curva bastante cerrada, con el templo ya visible a la izquierda unos cuantos metros más adelante, llegó el momento de hacer la prueba: puse el coche en punto muerto, solté el freno y… empezó a avanzar hacia la ermita. Y, sinceramente, parecía cuesta arriba…

Probé de nuevo; no sé muy bien para qué, pero repetí la operación –después de esperar mi turno, dicho sea de paso; que había otro coche haciendo lo mismo…–, con idéntico resultado, ni que decir tiene.

Y aún di la vuelta para comprobarlo por tercera vez. Pero, en esta ocasión, mirando la aplicación del altímetro en el móvil, que resolvió el ‘misterio’: el coche –en punto muerto– no subía, sino bajaba hacia la ermita… Todo era una ilusión óptica –lo esperado, por otra parte–, pero no deja de resultar curioso. Y fue una buena ocasión para visitar Olleros de Alba y otros lugares del entorno, claro.