La cosas por su nombre

28/04/2018
 Actualizado a 11/09/2019
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Creo que no queda nadie en este país que no se haya enterado de la sentencia contra La Manada. Es importante que recordemos su nombre: La Manada. Se lo pusieron ellos mismos en un grupo de Whatsapp en el que planificaban sus violaciones. Y sí, digo violaciones. Las cosas por su nombre. Me parece también importante volver a reproducir algunos de los mensajes que se mandaron en ese grupo justo antes de ir a los San Fermines: «Llevamos burundanga? (…) Para las violaciones»; «Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas… para no cogernos los dedos porque después queremos violar todos». Incluso ellos mismos lo llaman violación, pero estos mensajes no fueron tenidos en cuenta por el tribunal. La sentencia les impone una pena de 9 años, que entre lo que ya llevan cumplido, buena conducta y el recurso que va a imponer su abogado… nada, calculemos que para los San Fermines de 2019 estén en la calle. Qué asco da pensar que todavía hay gente en este país sobre la que recae una enorme responsabilidad –como es la de culpar o absolver a verdaderos malnacidos– que se atreva a ver esas imágenes atroces y todavía pueda decir, con total tranquilidad, que la expresión de la víctima es en todo momento relajada y distendida. Que no expresaba miedo, temor, rechazo o negativa. ¿Se habrá imaginado ese juez, alguna vez, qué haría si intentaran violarle? ¿Tendrá hijas, o mujer, quizá? ¿Les recomendaría él que se resistieran contra cinco tíos? Si a mí intentaran violarme, ojalá no, seguramente mi primera reacción sería resistirme, gritar, pedir ayuda. Pero si me veo en una situación en la que no puedo luchar contra ellos, seguramente cerraría los ojos e intentaría pensar en algo que me diese paz. Sólo querría que acabase pronto. ¿De verdad que la ley nos empuja a que nos peleemos con el agresor, aún a riesgo de acabar mucho peor, muertas incluso, porque si no corres el riesgo de que sólo consideren que se ha abusado de ti? Definitivamente estamos perdiendo el norte. Yo por el momento sigo confiando en la fuerza del karma: lo mismo que das, en algún momento lo recibirás.
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