"La copia barata de ZP". Así me definió a mediados de febrero un personaje de la localidad tras leer un mensaje en redes sociales en el que reivindicaba la desaparición de la brecha salarial entre hombres y mujeres existente en León. Sin más; sin conocerme ni saber nada de mí más allá de lo que puede haberse publicado recientemente en prensa. Me pregunto si este señor, amante de la historia coyantina y cronista de mis publicaciones, hubiera hecho este mismo comentario si no fuera candidato independiente a la Alcaldía de Valencia de Don Juan bajo unas determinadas siglas políticas… No merece más comentarios, salvo unas palabras que me permito reproducir por su actualidad y que escribió el jesuita Baltasar Gracián en su libro ‘El arte de la prudencia’ en 1647: «El sabio "estima a todos porque sabe ver lo bueno de cada uno y sabe lo que cuesta hacer bien las cosas. El necio desprecia a todos porque no conoce lo bueno y porque elige lo peor».
Más allá de la simple anécdota sobre mi publicación, merece la pena rescatar la descripción del sabio de Baltasar Gracián y recordar a políticos de talla excepcional que supieron hace 40 años aparcar sus diferencias, ondas e impresas en la piel, con el fin de construir los cimientos de una España unida, preparada para progresar y para superar décadas de oscuridad. Señores en mayúsculas como Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Miguel Herrero Rodríguez de Miñón o Gregorio Peces Barba, dejaron a un lado su pasado reciente y desde las antípodas ideológicas nos regalaron a todos su generosidad y su amplitud de miras. Verdaderos ‘hombre de Estado’ que primaron el bien común por encima del partidista. Qué lejos queda ya ese tiempo y, desde mi humilde punto de vista, qué lejos están la gran mayoría de nuestros políticos actuales de esa definición de ‘hombre de Estado’ con la que Gregorio Peces Barba definía a Manuel Fraga tras su muerte.
Y qué poco nos acordamos ya de algunos de los derechos que consagra nuestra Carta Magna, redactada entre otros ‘padres’ por tres de los mencionados más arriba, que garantiza la libertad ideológica en su artículo 16, reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones en su artículo 20, y a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal en su artículo 23. Libertad ideológica y libertad en la elección de sus representantes, porque nunca olvidemos que fin último del sufragio secreto es salvaguardar el voto libre e incondicionado en el que solamente cuenta la voluntad del ciudadano. «Guárdate tu miedo y tu ira, porque hay libertad, sin ira libertad, y si no la hay sin duda la habrá», cantaba Jarcha en 1976, uno de mis primeros recuerdos musicales como ya he manifestado en alguna ocasión.
Ira, malas formas, mentiras, insultos, crispación social, deslealtad institucional, son atributos con frecuencia atribuibles a las actuaciones públicas de una proporción nada despreciable de la clase política que nos representa a nivel nacional, regional e incluso en algunos casos, local. Tengan por seguro mis rivales (que no enemigos) en las próximas elecciones a la Alcaldía, que no encontrarán en mi candidatura ni deslealtad, ni malas formas, ni malas prácticas. Y que si soy el líder de la oposición, tendrán en mis concejales una oposición firme, pero leal. Y que si resulto elegido como alcalde, las propuestas o ideas de la oposición serán estudiadas, valoradas, y cómo no, llevadas a la práctica si redundan en el bien común; nunca rechazadas sin más. Que seré un alcalde para todos, cuyo objetivo será la prosperidad económica, social y cultural de Valencia de Don Juan. Una Valencia de Don Juan en marcha.
Porque señor cronista de mis publicaciones, cómo me gustaría ser la copia, aunque barata, de D. Enrique Tierno Galván.
Juan Pablo Regadera es candidato del PSOE al Ayuntamiento de Valencia de Don Juan.
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