La condena a Sánchez Cao es "ridícula" para sus víctimas, a las que avisaron por mensaje

La parte "positiva" es que la Iglesia reconoce que los dos denunciantes sufrieron abusos sexuales por parte del párroco en su etapa en el Seminario de La Bañeza

C. Centeno
24/12/2021
 Actualizado a 24/12/2021
Emiliano Álvarez fue el primero en denunciar a Sánchez Cao (a la izquierda) en 2017. | L.N.C.
Emiliano Álvarez fue el primero en denunciar a Sánchez Cao (a la izquierda) en 2017. | L.N.C.
«Buenos días: Le he llamado para comunicarle el resultado de la investigación de la denuncia por Ud. presentada, con el fin de comunicarle el resultado personalmente. El Rvdo. Sánchez Cao ha sido condenado a la prohibición de tener contacto de ningún tipo con menores hasta los 80 años y a no poder escuchar confesión salvo en los casos previstos en el c. 976. La diócesis reitera la petición de perdón y reitera el compromiso para seguir trabajando por una Iglesia más segura. A su disposición. Atte». Ese fue el Whatsapp con el que Emiliano Álvarez, primero en denunciar los abusos sexuales del sacerdote en el Seminario ‘San José’ de La Bañeza, conoció la sentencia del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica.Recibió la información por parte de la responsable de la Delegación para la Protección de Menores y Acompañamiento a las Víctimas de la Diócesis de Astorga en lo que considera «un desprecio fuera de lugar», por lo que solicita su salida de esta oficina ya que «no me parece que tenga empatía con las víctimas».

Álvarez cree que el Obispado «despacha» con este mensaje una lucha por la justicia que se alargó durante cuatro años, después de que los abusos que ahora la Iglesia reconoce que sufrió «me hayan destrozado la vida». Los hechos se remontan al año 1978, aunque no fue hasta 2017 cuando decidió sacar su caso a la luz y llegó su denuncia contra Ángel Sánchez Cao. Año y medio después, al denunciar una segunda víctima que apuntaba al mismo sacerdote, se produjo la reacción de la Diócesis de Astorga apartándole de forma cautelar de su ejercicio parroquial.

La Congregación para la Doctrina de la Fe, dependiente directamente del Vaticano, se hizo cargo de la investigación. Ahora, el Tribunal de la Rota ha emitido una sentencia que para Emiliano Álvarez es «ridícula». «Después de todo lo que nos ha hecho resulta que su condena es nada», critica apuntando a que el hecho de que «pueda seguir dando misa me parece repugnante». Además, ve «difícil» que se controle tanto la condena a no tener contacto con menores hasta los 80 años como la prohibición de confesar salvo en casos de extremaunción. También denuncia la batalla legal «tremendamente dura» que Sánchez Cao emprendió contra sus propias víctimas, denunciándoles por injurias y calumnias, casos que quedaron archivados y que «ahora se demuestra que no mentíamos».

Precisamente la parte «positiva» de esta resolución canónica es que se reconoce tanto a Emiliano como al denunciante cuyo nombre no se ha revelado como víctimas de abusos sexuales en el Seminario ‘San José’ de La Bañeza. «La condición de víctima me parece perfecto, pero eso ya lo sabía desde que tenía diez años, no me están diciendo nada nuevo», recuerda Emiliano confirmando que ante las peticiones de reparación o acompañamiento no ha recibido respuesta alguna.

Ambas víctimas de Sánchez Cao están en contacto y trabajan ya en recurrir la sentencia de La Rota de la mano de un abogado de derecho canónico de la Asociación Infancia Robada, que aglutina a víctimas de abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia de toda España. También piden poder acceder a la documentación de sus casos, «que tampoco nos quieren dar», afirma.

"Muchas víctimas por salir"

Junto a su denuncia a Sánchez Cao, Emiliano Álvarez denunció a otros dos párrocos del Seminario Menor ‘San José’ de La Bañeza por abusos sexuales, aunque la Diócesis de Astorga le aseguró que uno de ellos ya había fallecido. Cree que a la «verdad» de lo ocurrido durante años en ese centro «le quedan muchos folios por escribir y víctimas por salir, porque tanto yo como la otra víctima mantenemos que él abusaba de otros».

Por eso reclama, como otras de las víctimas, que estos delitos no lleguen a prescribir porque son «una tortura» para quienes como él los han sufrido. Emiliano Álvarez ha relatado en numerosas ocasiones que su vida se convirtió en «una película de terror» a causa de los abusos sexuales, después de que sus padres se «esforzaran» por proporcionarle unos estudios y confiaran al centro su educación.
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