20/01/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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Dicen que las elecciones autonómicas de Cataluña no han servido para nada. La sociedad de esta comunidad sigue dividida en dos bloques sólidos, lo que la convierte en un ente ingobernable. Pero algo sí nos ha quedado claro: por primera vez los dos partidos históricos en el Parlamento español son minoritarios en uno de sus territorios. En el caso del PP la derrota es de antología, pues sus escaños no le sirven ni para poder tener grupo propio, teniendo que adaptarse, este PP tan de toda la vida, al extrarradio cameral del grupo mixto.

Si bien el partido y su presidente han intentado hacernos creer que esta situación no es extrapolable al resto del Estado, alegando que el 155 les ha creado mala prensa, eligen pasar página y no hacer autocrítica, al menos no tienen el valor de hacerla públicamente, y achacan las horas bajas a su nula capacidad para comunicarse con los medios. Al fin se han dado cuenta de que no saben venderse.

Así que el hecho de que Ciudadanos suba como la espuma en las encuestas actuales en cuanto a intención de voto con Rivera a la cabeza y Arrimadas luciendo una sonrisa que ni la Gioconda en sus mejores tiempos, al PP le parece una tendencia transitoria. Un sentir pasajero que se irá tal como vino de aquí al 2020, en cuanto llegue el cara a cara definitivo que enfrente a todos en su feroz coliseo.

Rajoy ha decidido, para calmar las aguas turbulentas, sacar de paseo a sus delfines, hacer convenciones por toda España, gastar más en propaganda; en fin, seguir gastando. Deben tener muchas correas… Que no saben venderse. Pero ¿vender qué?

Claro, Don Mariano, esta sociedad seguro que no tendrá en cuenta los recortes en sanidad y educación, la falta de profesionales y medios en los centros de salud, la precariedad laboral, el cierre definitivo de miles de pymes asfixiadas por unas condiciones inviables para millones de autónomos que tendrán que sobrevivir a base de ayudas; ayudas que, por cierto, tardan muchísimo en llegar, como sucede con la concesión de beneficios en la Ley de Dependencia. Hay solicitantes que mueren en lista de espera, que parece humor negro, pero no… La juventud exiliada. Luego nos quejaremos de que no hay quien pague las pensiones.

Tampoco son conscientes de la gravedad de los casos de corrupción que acabarán tragándoselos. Y es que todo tiene un final. No se puede esperar sentado años y años y pensar: «¡Que inventen ellos! ¡Que se equivoquen!» Tendrán su feudo inamovible, no lo niego, pero no creo que por mucho más tiempo les salve la ceguera.
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