La Cascada del Salto: "El destino no siempre es la meta"

En un rincón del inicio de la famosa ruta a Fontañán, en tierras de Olleros de Alba, ‘El Jilguerín de Casares’ nos invita a detenernos en un lugar donde el rumor del agua y el espectáculo de su cascada propician un momento impagable

Fulgencio Fernández
11/01/2021
 Actualizado a 11/01/2021
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Se repite con frecuencia que «jubilación viene de júbilo» y has casos en los que es incuestionable la afirmación. Pero en el caso de Mario González además de ser real para él ‘el júbilo’ después de muchos años dedicados a la minería es incuestionable explicarque ‘el júbilo’ se extendió a los amantes de la música tradicional, a los amigos de la fotografía, a los andarines...

Porque el Mario minero dio paso a El Jilguerín de Casares —bautizo que creo se debe a Gari Ferrero— cuando tuvo tiempo para dedicarle al rabel, en el que se convirtió en un verdadero virtuoso además de iniciarse en otros instrumentos en la Escuela de Música de La Robla. Pero no faltan las imágenes y las palabras de sus diarias caminatas por los montes, cercanos y lejanos, en los alrededores de La Robla, donde vive; en las crestas blancas del Casares de su infancia o donde le lleve la pasión.

¿Quién mejor que Mario para pedirle que nos lleve a un rincón poco conocido... pero mágico? Duda. Le tira Casares pero apuesta «por lo cercano» para romper algunos tópicos: «Hay tendencia a creer que en las comarcas mineras la naturaleza no nos regala nada; hay tendencia a pensar lo mismo de lugares como La Robla y resulta que ahí,a tiro de piedra, hay lugares donde he disfrutado tanto como en los que gozan de enorme fama».

Y nos descubre el elegido: La Cascada del Salto; a la vez que nos advierte: «Cuando se dice cascada hay tendencia a medirla en metros, en altura... no es el caso, esta vez hablamos de belleza y cómo el rumor del agua te envuelve en este rincón que está ahí, a la vuelta de la esquina»:

- ¿A qué pueblo pertenece?

- A Olleros de Alba, no lejos de ese lugar con un fenómenos ‘paranormal’, cerca de la ermita, en ese tramo de carretera que da la impresión de que un coche en punto muerto sube una cuesta... bueno, da la impresión u ocurre, no lo sé, que en ese debate no vamos a entrar ahora.

Nos explica Mario que «apenas iniciamos la ruta a Fontañán —que ha señalizado Cuatro Valles— desde el pueblo de Olleros de Alba en el municipio de La Robla, después de andar un kilómetro de camino nos encontramos uno de mis rincones preferidos, a la vez que desconocido, La Cascada del Salto, queno por pequeña menos bonita, tanto si lleva mucho caudal como si al contrario lleva poco. Merece la pena escuchar su murmullo yjusto en su cabecera hay unas mesas con bancos al abrigo de los chopos donde si el calor aprieta su sombra nos permitirá merendar».

Ya estamos en el lugar, escuchamos el agua y, como dice Mario, nos detenemos pensando que «el destino no siempre es la meta, puede ser cualquier rincón del camino, como esta cascada. Quizás el afán de llegar a coronar el Pico Fontañán, ya que una vez se sale del desfiladero da comienzo lo más duro de la ascensión, quizás digo, esto no permita disfrutar atentamente de este maravilloso rincón».

Y a unos pocos metros podemos completar la visita con otro lugar cargado de magia: «no tarda en aparecer ante nuestros ojos un estrecho y pequeño desfiladero el cual a primera vista parece infranqueable viendo algunos de sus picachos, lo surca el arroyo que alimenta la cascada de El Salto, el arroyo transcurre por todo el desfiladero plagado de pequeñas torrenteras de las que solo su cantarín sonido hace que no nos apetezca salir del desfiladero».
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