25/09/2019
 Actualizado a 25/09/2019
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Son muchas las pérdidas que se sufren entre los seres queridos y en el ámbito de nuestro entorno vital, intelectual y humano. Matan, la enfermedad y el curso del tiempo devastador. Pero no menos destructivos son la calumnia, el libelo, el rumor, la falsedad y la estupidez generalizada.

Hay grandes pensadores, que nos hacen más inteligentes y reflexivos. Artistas diversos que habiendo pintado de color y alegría nuestra existencia, se desvanecieron como una leve columna de humo hacia el olvido. Me conmueve ver la decrepitud de los protagonistas de mis películas favoritas que colmaron mi fantasía y de las viejas canciones que evocan los imposibles amores de ensueños perecederos. Personajes como Al Pacino, Sofía Loren –embarcada en una nueva película– me producen un vértigo en su agónico declive hacia el vacío. ¿Quiénes vendrán después de Clint, Harrison, Meryl o Susan…?

Están también Las primeras lecturas que compartimos y aquél diario tan íntimo, celosamente guardado, de nuestra existencial adolescencia. Sandokán, ha sido asesinado por lo Goonies, y la mediocridad es la norma. Cambiamos un pata negra por tofu y el futuro, por una hipoteca. La falta de talento está también en el mundo de la música, estancada en el pop y abriéndose camino a fuerza de versiones edulcoradas.

En cuanto a la literatura o investigación, la mejor salida es el fraude. Desde las exitosas Lucia Echevarría y Ana Rosa, pasando por Cifuentes y Pedro Sánchez, hasta el penúltimo, Manuel Cruz en el Parlamento. Un comportamiento insultante para los que aún trabajan, leen y escriben. Si fueran lo que aparentan, habrían conocido a Umberto Eco, por algo más que la película ‘El nombre de la Rosa’. Es un semiólogo con una gran capacidad investigadora. La densidad de sus obras, hace difícil la lectura y el plagio de las mismas pero hay en su obra un libro esencial: ‘Cómo se hace una tesis doctoral’ sin trampa, sin cartón para no tener que dimitir. Pero la palabra dimisión sólo existe en ciertos países, con políticos decentes. Segundas partes y caras B, nunca fueron buenas.

Los comicios se plagian a sí mismos y la canción es la de siempre.
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