La calle de colores

Por Bruno Marcos

14/05/2020
 Actualizado a 14/05/2020
Recreación del proyecto de Ordoño II.
Recreación del proyecto de Ordoño II.
Que la ciudad de León aún sea hermosa es un milagro, un producto del azar. La historia de la ciudad está llena de desatinos, de auténticos esfuerzos por destruirla. Basta con recordar que casi tiraron la catedral construyendo una cúpula en el crucero al gusto del momento o que se redactó un proyecto para derribar San Marcos en el siglo XIX o que se destruyó el antiguo instituto de enseñanza media de Santo Domingo porque —según leo en las recientes memorias de Gamoneda— daba reúma al cura que lo dirigía… Y eso sin reparar en los añadidos que se le han hecho para ser más fea, como esa escultura que aún no han retirado, ese espantoso pedrusco con un cuerno que pende de una grúa industrial cimentada en el suelo a dos pasos de la muralla.

Ahora se soliviantan algunos por un proyecto colorista para el pavimento de la gran avenida de Ordoño II, calle que es una de las principales obsesiones de los ‘hunos y los hotros’ (Unamuno). Es llamativo que después de desventrar hace poco la Plaza del Grano —en la que accidentalmente y por fortuna nadie había intervenido más que el abandono para guardarla intacta—, después de sacar los esqueletos y las lápidas antiguas de las aceras, después de echar arena y semillas de mala hierba, después de negarse a arreglarla como la tradición manda; es llamativo, digo, que las mismas gentes que destruyeron esa plaza que tenía detenido el tiempo quieran conservar ahora, fuera del mando, medio kilómetro de alquitrán negro.

A medida que han ido saliendo imágenes del proyecto en la prensa los colores iniciales del suelo han ido palideciendo, siendo menos brillo y más sombra, y lo que uno veía intenso ha ido volviéndose neutro como si las críticas estuvieran añadiendo pigmento negro extraído de asfalto en la paleta pictórica de los diseñadores. Mientras tanto, una multitud de figuras recortadas de otras fotografías ocupaba la vía, sustituyendo el cromatismo por la alegría.

Edi Rama es una artista contemporáneo que en la actualidad es el primer ministro de Albania, antes fue ministro de cultura y once años alcalde de la capital, Tirana. Además de crear casi cien mil metros cuadrados de zonas verdes y parques en su ciudad, Rama, ante la escasez de recursos económicos de la administración, aplicó una medida de resultados espectaculares en la rehabilitación de zonas urbanas en decadencia: pintó los edificios de barrios enteros construyendo patrones geométricos de colores vivos y contrastados, tapando la suciedad y el deterioro e incluso cambiando visualmente la forma de los edificios y las manzanas completas. No sólo se produjo un experimento cromático a través de la invención plástica sino un cambio social positivo. Edi Rama preguntó un día a unos comerciantes porque quitaban la verja metálica de su tienda y estos contestaron que el color había hecho más segura su calle, que su vida había mejorado con su calle de colores.

Claro, que ustedes me dirán que la avenida de Ordoño no es Albania, o quizá sí.
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