20/05/2020
 Actualizado a 20/05/2020
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Como es natural, sea por la reclusión forzosa o por la enfermedad, ciertas secuelas se van manifestando.

Da vértigo el número de muertes evitables que se han producido y que continuarán hasta que San Juan baje el dedo, por más que las televisiones politizadas, se empeñen en edulcorar este drama. Mejor informaban sobre las referencias de otros países donde la enfermedad remite, en tanto que en España sigue castigando. No vale cerrar los ojos a la realidad, ni el ocultismo, ni el autoritarismo o la auto complacencia. Eso nada soluciona, sino crear malestar y desconcierto.

De la desgracia ajena, siempre hay quien saca beneficio. En la Posguerra, el estraperlo hizo muchos millonarios. Ahora también, en forma de altos cargos de entendidos o ‘enteraos’ bien remunerados. Pero el negocio hoy está en la política. Se cuelan leyes de tapadillo; amenazas, represión, multas disparatadas y manipulación de las fuerzas del orden al servicio del gobierno y no de los ciudadanos. Poli malo: Marlaska; poli bueno: Iglesias, dando limosnas caritativas para ganar votos aunque, como chico avispado, entiende que la caridad empieza por uno mismo. Pero, como dijo Confucio, lo conveniente no es dar una caña a un pobre, sino enseñarle a pescar.

Otra cuestión es el asalto a la Comunidad de Madrid. Ya antes de la peste, existía inquietud en el Gobierno sobre el ritmo de crecimiento en su economía; que era un tirón para la economía española. Pero habiendo tanto compromiso con los separatistas, resultaba irritante para un Sánchez, maniatado por los lazos de sus socios: el Nacionalismo Vasco, con toda la escoria pro etarra. Y Cataluña, con la escoria de Torra, que, con tanto odio, ha propiciado que muchas empresas hayan emprendido el éxodo. Tan necios son que se ciegan, con tal de dejarnos tuertos.

Si el respeto es para los separatistas, intuyo que la solución para Madrid, sería reclamar la independencia, como otro 2 de Mayo. ¿Porqué unos sí y otros no? Madrid tiene riqueza más que suficiente y un entorno de poblaciones pujantes. Y la salida, por la Puerta de Alcalá. En cuanto al material humano, tiene casi los mismos habitantes que el País Vasco y Cataluña juntos. Son acogedores y educados. Un patrimonio brutal. Y no necesitan insultar, ni decir que les roban. Van a lo suyo y les va bien a pesar de las insidias del gobierno hipotecado.

Pero osti, ¡qué calentura! ¿dónde guardaría esta mujer el termómetro y el paracetamol?
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