La Braña: "En 40 años nunca nos dieron con la puerta en las narices"

El grupo folk por excelencia de León, celebra sus cuarenta años de andadura con un libro recopilatorio de su trayectoria, con más de 8 horas de música, 137 canciones, fotografías...

Fulgencio Fernández
08/07/2020
 Actualizado a 08/07/2020
La actual formación de La Braña y el libro que recoge su trayectoria, su discografía con 137 canciones y sus partituras, un archivo fotográfico...
La actual formación de La Braña y el libro que recoge su trayectoria, su discografía con 137 canciones y sus partituras, un archivo fotográfico...
La Braña ha decidido, para celebrar sus cuarenta años de andadura, hacerle un regalo a los leoneses. Un libro que es mucho más que un libro, que también, pero súmale un archivo fotográfico y de prensa, la cronología del grupo, las letras de su repertorio completo y, sobre todo, una memoria USB que contiene sus 17 álbumes, con 137 canciones y ocho horas y cuarto de música. Una joya que presentan este miércoles y mañana jueves en el salón del Ayuntamiento de León. Lo harán dos veteranos del grupo —Jesús San José, Sanjo, y Ángel Arredondo, Gelo, acompañados de su editor, José Antonio Martínez Reñones (Lobo Sapiens).

Con los dos presentadores, Gelo y Sanjo, hablamos de 40 años de historia, anécdotas y música.

–¿Caben 40 años en un libro?
–En un libro bien resumido se puede contar toda la Historia Universal, así que con más motivo ha de caber la vida de un grupo. En realidad, lo esencial sí que cabe. Si realmente quisiéramos contar «todo sobre La Braña», daría para escribir otro libro, pero nos estaríamos atribuyendo excesiva importancia y no es el caso.

–¿ No es normal que un grupo de música aguante tanto tiempo, ¿cuál es el secreto de La Braña?
–No hay secreto, porque todo está a la vista. Para empezar, la ilusión e interés por una tarea que nos pareció apasionante, la canción tradicional leonesa, y en segundo lugar, el apoyo del público en todo momento. Claro que ha sido muy importante la continuidad de los componentes, que estamos ligados por profundos lazos de amistad y familiares; los cinco miembros actuales ya estábamos presentes en el sexteto inicial y tenemos muy claro nuestro objetivo desde entonces. Por otra parte, el no vivir de la música, sino de nuestros trabajos personales, hace que se puedan afrontar las épocas de crisis sin que el grupo se venga abajo. Hemos aprendido a comprendernos y a trabajar juntos, cada uno en su parcela.

–De 1980 a 2020, ¿ha cambiado mucho la percepción y el interés por nuestra música, por sus canciones?
–En 1980 había un gran desconocimiento y muy poco interés por la música tradicional. En el medio rural se estaban perdiendo de forma drástica las tradiciones y costumbres antiguas, como cantos y bailes, juegos, filandones, pastoradas, ramos, pendones, dulzaineros, tamboriteros, rabelistas y otros músicos populares; en las ciudades el folklore estaba casi reducido a la herencia de la Sección Femenina y la música coral basada en las recopilaciones de Venancio Blanco, Fernández Núñez, Felipe Magdaleno o el padre Pastrana.

–¿Y cuarenta años después?
–se han ido recuperando muchas de las tradiciones leonesas, tanto en su entorno rural de siempre como en las recreaciones por parte de grupos musicales y de baile. Un hito muy importante fue la publicación por Miguel Manzano y Ángel Barja del ‘Cancionero Leonés’ en 1988, obra amplísima y modélica en su género y también la creación del Área de Cultura Tradicional en la Escuela de Música de León y en otras localidades, que ha permitido la formación de cientos de personas en temas como pandereta, chifla y tamborín, gaita, dulzaina, rabel, bailes, indumentaria, etc., bajo la dirección de profesores muy cualificados, con lo que actualmente hay grandes intérpretes de música tradicional de todas las edades, incluso niños.

–¿Sigue habiendo estudiosos de nuestra música y tradiciones?
–Existe un reducido grupo de personas muy comprometidas con el estudio de la tradición oral leonesa, como David Álvarez Cárcamo, que ha hecho publicaciones valiosísimas como las grabaciones de Casares de Arbas o el libro sobre el Romancero tradicional leonés. En cuanto a la música que nosotros hemos propuesto, hay que decir que desde el primer concierto nos vimos sorprendidos por la entusiasta acogida del público leonés y así ha seguido hasta hoy.

–¿Cómo os recibían cuándo llegabaisa un pueblo a decirle a la señora que os cantara sus canciones?
–Hemos de decir que nunca nos dieron con la puerta en las narices, sino que solían recibirnos muy bien, entendiendo nuestro objetivo de que no se olvidasen las canciones que habían formado parte de sus vidas y las de sus antepasados. Normalmente concertábamos contacto con los informantes a través de amigos o conocidos, pues es difícil llegar a un pueblo y acertar con los informantes más adecuados. Hay que superar un ciertorecelo inicial, como la sensación de que nos vamos a reír de sus cosas o que lo que ellos cantan no tiene valor.En cualquier caso, la tarea de recopilación no es fácil, aunque sí muy gratificante porque estás continuamente encontrando ‘tesoros’.

–¿Qué comarcas pueden considerarse más ricas en patrimonio musical?
–Todas las comarcas son muy ricas.Probablemente no haya una provincia con tanta variedad de comarcas y con tanta riqueza de canciones e instrumentos tradicionales. Prácticamente por todas partes donde se escarbe se aprecia un patrimonio oral abundantísimo. La cuestión es que ese patrimonio a veces está escondido en la memoria de ciertas personas y otras veces se hace más patente.

–¿Pues dónde se hace más patente?
–En Maragatería se enorgullecen de sus bailes y canciones y por ello los recopiladores forasteros, como García Matos, Alan Lomax o Kurt Schindler han ido siempre allí a recoger información. En el Bierzo hasta hace poco las que más se valoraban como ‘canciones bercianas’ eran las tonadas urbanas de ronda o los cantos de bodega, hasta que la recopilación de Amador Diéguez Ayerbe para el ‘Cancionero berciano’ puso de manifiesto su gran riqueza en canciones de todo tipo y de gran belleza y originalidad. Laciana y Babia presentan un folklore muy característico, representativo del país de las brañas, y en general, todas las comarcas andan sobradas de coplas y cantares. Así lo demuestran las recientes recopilaciones de José Luis Puerto en comarcas como Rueda y La Bañeza, o las de Ángel Fierro, en los Argüellos, Marcelino Díez en Prioro, etc.

–¿Dónde se ha perdido más?
–No parece que haya en León algunas comarcas que hayan dejado perder sus tradiciones más que otras, porque los fenómenos de ‘modernidad’ y globalidad cultural uniformadora han afectado a todas. Se ha perdido sobre todo la funcionalidad de las canciones tradicionales, y se ha perdido el entorno en el que se creaban. Por ejemplo, si no existe el servicio militar, irán perdiéndose las canciones de quintos; si ya no se usan los molinos, se perderán infinidad de coplas y canciones donde el molinero o la molinera eran protagonistas; y así pasa también con las canciones de trabajo o relacionadas con el ciclo anual o el ciclo vital. Lo sorprendente es que, a pesar de estos cambios en las formas de vida, todavía se mantengan las canciones en la memoria de muchas personas. Será porque han formado parte importante de sus vivencias, y aunque solo sea por eso, merece la pena rescatarlas y conocerlas.

–¿Qué sensación os queda después de acabar el trabajo y verlo ahí reunido?
–Sobre todo, la satisfacción de poner de manifiesto una parte de nuestra cultura para que las generaciones venideras puedan conocerla. Y también el haber podido integrar de forma unitaria todas las canciones de nuestro repertorio.

–¿Os queda cuerda para rato?
–Nunca se sabe hasta dónde llegará la cuerda, pero sí sabemos que nada es eterno. Por ley de vida seguiremos mientras la salud nos lo permita, de momento tenemos muchos proyectos.
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