La bisagra

Francisco Igea perdió las primarias de Ciudadanos una semana antes de que España entrara en estado de alarma. Su contundente derrota también la devoró el coronavirus de Wuhan y su amarga disidencia a las tesis de Inés Arrimadas quedó sepultada por una gestión razonable, firme y transparente de la emergencia desde la vicepresidencia de la Junta. Han pasado los dos meses más largos y trágicos, han pasado veinticinco mil vidas y un Gobierno que recentralizó en la Moncloa el desbarajuste. Pedro Sánchez anda cómodo en el estado de alarma que alimenta su ego de líder absolutista. Las imposiciones sin diálogo le han ido restando respaldo incluso desde los grupos que apoyaron su investidura y sostienen el ejecutivo de coalición.

«No hay plan B» confesó el presidente. «Las ayudas decaen automáticamente con el estado de alarma» amenazó su portavoz nadie sabe si para reconducir los votos del PNV y ERC o para presionar a PP y Cs con el discurso perverso de la política útil para momentos extraordinarios. Sin embargo, en la prórroga como le gusta a Sánchez, chirrió la bisagra desengrasada desde el «pacto del abrazo» de 2016. Arrimadas negó a Albert Rivera (como Rajoy acabó negando a Aznar) haciendo pedazos la estrategia del Cs de las legislaturas breves y pisoteando las posiciones con las que asumió el hiperliderazgo naranja.

El acuerdo entre el Gobierno y Cs que permite dos semanas más de estado de alarma es disruptivo en la era Arrimadas. Pactar con el Gobierno Sánchez no es solo pactar con el PSOE, es también y por primera vez, levantar el veto a un acuerdo con Pablo Iglesias. Todas las líneas rojas se difuminan de repente y la «nueva normalidad» trae una aritmética nueva. Tan evidente fue la traición que el fiel Girauta anunció su baja como afiliado. Arrimadas asume espacio propio, aplica el distanciamiento, abandona la filosofía de «España suma» y vuelve a la bisagra útil que rechina en las puertas que Rivera dejó candadas. Igea ganó este miércoles aquellas primarias.